Fragmentos de libros. EL NADADOR de John Cheever Cuento I:
Cuentos casi perfectos
Era uno de esos domingos de mediados del verano en que todo el mundo repite: «Anoche bebí demasiado». Los susurraban los feligreses al salir de la iglesia, se oía de los labios del mismo párroco mientras se despojaba de la sotana en la sacristía, así como en los campos de golf y en las pistas de tenis y también en la reserva natural donde el jefe del grupo Audubon sufría los efectos de una terrible resaca.
– Bebí demasiado –decía Donald Westerhazy.
– Todos bebimos demasiado –decía Lucinda Merrill.
– Debió ser el vino –explicaba Helen Westerhazy–. Bebí demasiado clarete. El escenario de este último diálogo era el borde de la piscina de los Westerthazy, cuya agua, procedente de un pozo artesiano con un alto porcentaje de hierro, tenía una suave tonalidad verde. El tiempo era espléndido. Hacia el oeste se amontonaban las nubes, tan parecidas a una ciudad vista desde lejos -desde el puente de un barco que se aproximara- que podían haber tenido un nombre. Lisboa. Hackensack. El sol calentaba. Neddy Merrill, sentado en el borde de la piscina, tenía una mano dentro del agua, y sostenía con la otra una copa de ginebra...
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Continuar CUENTO (Continuar con el cuento "El nadador" )
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