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Fragmentos de libros.  CONFESIONES DE UN GÁNSTER ECONÓMICO de John Perkins  FINAL II:

Acceso/Volver al FINAL I de este libro: Arriba FraLib
Continúa...     (Se muestra alguna información de las imágenes al sobreponer el ratón sobre ellas)

... El final de Saddam cambiaba la fórmula, lo mismo que el final de Noriega en Panamá. En el caso de Panamá, una vez reinstaurados nuestros títeres controlábamos el Canal con independencia de las condiciones del tratado negociado entre Torrijos y Carter. Por tanto, ¿podríamos romper la OPEP cuando controlásemos Iraq? ¿Llegaría a ser irrelevante la familia real saudí en el escenario de la política petrolera global? Algunas mentes privilegiadas se cuestionaban ya por qué Bush atacaba a Iraq en vez de volcar todos los recursos en la persecución contra al-Qaeda en Afganistán. ¿Sería posible que desde el punto de vista de esa administración, o mejor dicho de esa familia petrolera, importase más asegurar el aprovisionamiento de petróleo y justificar las contratas de construcción que combatir a los terroristas? 

FrOPEPEl desenlace quizá sería otro, sin embargo. Podía ocurrir que la OPEP tratase de consolidarse. Si Estados Unidos controlaba Iraq, los demás países ricos en petróleo no tendrían mucho que perder si elevaban los precios del crudo y / o reducían la oferta. Esta posibilidad enlazaba con otro supuesto, las consecuencias del cual, caso de realizarse, no se les ocurrirían a muchas personas fuera del mundo de la alta finanza internacional, pero que podría desequilibrar la balanza geopolítica y, a su tiempo, derrumbar el sistema que la corporatocracia había edificado con tanto esfuerzo. O mejor dicho, podría evidenciarse como el factor capaz de provocar la autodestrucción del primer imperio auténticamente mundial que ha conocido la historia.

 _ 

En último análisis, el imperio global depende, en gran medida, de que el dólar siga funcionado como la moneda de referencia mundial. Y el derecho de imprimir dólares es una exclusiva de la Moneda estadounidense. Es así como hacemos préstamos a países como Ecuador, en la plena conciencia de que no van a poder devolverlos jamás. De hecho, no deseamos que hagan honor a ese compromiso, porque es la deuda lo que nos asegura nuestra influencia, nuestra libra de carne. En condiciones normales, con el tiempo correríamos el riesgo de vaciar nuestro propio erario; al fin y al cabo, ningún acreedor puede mantener un número ilimitado de morosos. DólaresDólaresPero las nuestras no son unas circunstancias normales. Estados Unidos imprime billetes que no están respaldados por ningunas reservas de oro. O para ser más exactos, no están respaldados por nada, salvo la confianza generalizada a nivel mundial en la capacidad de nuestra economía y en que sabremos mantener el buen orden de las fuerzas y los recursos del imperio creado por nosotros para sustentarnos.

La capacidad para imprimir billetes nos confiere un poder inmenso. Significa, entre otras cosas, que podemos seguir concediendo empréstitos que no se devolverán nunca… y que nosotros mismos también podemos acumular un gran endeudamiento. A comienzos de 2003, la deuda nacional estadounidense sobrepasaba la estremecedora cifra de 6 billones de dólares y amenazaba con alcanzar los 7 billones antes de que acabase el mismo año: una deuda de 24.000 dólares por ciudadano estadounidense, poco más o menos. Muchos de los acreedores son países asiáticos, en especial Japón y China, que compran títulos del Tesoro estadounidense (pagarés del Tesoro principalmente) con el producto de sus ventas de artículos de consumo —aparatos electrónicos, ordenadores, automóviles, electrodomésticos y prendas de vestir, sobre todo— a FederalDebtUSAEstados Unidos y en el mercado mundial.[** Estadísticas del endeudamiento nacional publicadas por Bureau of the Public Debten www.publicdebt.treas.gov/opd/opdpenny.htm; estadísticas de la renta nacional, por el Banco Mundial en www.worldbank.org/data/databytopic/GNIPC.pdf.]

Mientras el mundo siga aceptando el dólar como divisa de referencia, ese endeudamiento excesivo no será un gran obstáculo para la corporatocracia. Pero si el dólar fuese reemplazado por otra moneda, y si algunos de los países acreedores, Japón o China por ejemplo, decidiesen reclamar, el cambio de la situación sería drástico, y Estados Unidos se hallaría de pronto en una situación bastante precaria. 

Ahora bien, la existencia de semejante moneda ha dejado de ser hipotética. Desde el 1 de enero de 2002 existe el euro en el panorama financiero internacional, con fuerza y prestigio crecientes mes a mes. El euro le ofrece una oportunidad extraordinaria a la OPEP, si se le ocurriese aplicar represalias por la invasión de Iraq o IslamKzpor algún otro motivo decidiese intentar la prueba de fuerza con Estados Unidos. Si la OPEP tomase la decisión de reemplazar el dólar por el euro como unidad monetaria de las transacciones, el imperio se conmovería hasta los mismísimos fundamentos. Si eso ocurriese, y si uno o dos de nuestros grandes acreedores reclamasen la devolución de lo adeudado, el impacto sería enorme.

Todo eso andaba yo pensando la mañana del Viernes Santo, 18 de abril de 2003, mientras recorría los cuatro pasos que median entre mi casa y mi garaje reformado para usarlo como oficina. Fui a ocupar mi escritorio, puse en marcha el ordenador y como de costumbre, entré en la página del New York Times electrónico. Un titular reclamó mi atención y me sacó inmediatamente de mis reflexiones sobre las nuevas realidades de las finanzas internacionales, de la deuda nacional y del euro, para devolverme a mi antigua profesión: «Estados Unidos adjudica a Bechtel una gran contrata para la reconstrucción de Iraq».

bechtel logoEl texto del artículo decía: «Con fecha de hoy, la administración Bush ha otorgado al grupo Bechtel de San Francisco la primera gran contrata de un vasto plan para la reconstrucción de Iraq». Más adelante los autores informaban al lector de que «a continuación, los iraquíes colaborarán en el rediseño del país con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, instituciones en donde Estados Unidos disfruta de amplia influencia». [** Elizabedi Becker y Richard A. Oppel, «A Nation at War: Reconstruction. U. S. Gives Bechtel a Major Contract in Rebuilding Iraq», New York Times, 18 de abril de 2003, http://www.nytimes.com /2003/04/18/international/worldspecial/18REBU.html.

¡Amplia influencia! ¡Qué manera tan modesta de decirlo!

Pasé a otro artículo del Times, «La compañía tiene relaciones en Washington y con Iraq». Tras saltarme los primeros párrafos, que venían a repetir buena parte de la información del primer artículo, leí:

GShultzYRReaganBechtel tiene tradicionales lazos con las instituciones de la seguridad nacional […] En su consejo de administración figura George Shultz, que fue secretario de estado con el presidente Ronald Reagan. Antes de entrar en la administración Reagan, el señor Shultz, que continúa siendo consejero de Bechtel, fue presidente de la compañía y colaboró con Caspar W. Weinberger, ejecutivo de este grupo radicado en San Francisco antes de su nombramiento como secretario de defensa. En el año en curso, y por designación del presidente Bush, el director general de la compañía Riley P. Bechtel pasó a formar parte del Consejo presidencial de la exportación.[** Richard A. Oppel y Diana B. Henriques, «A Nation at War: The Contractor: Company has ties in Washington, and to Iraq», New York Times, 18 de abril de 2003, http://www.nytimes.com/2003/04/18/international/worldspecial/18CONT.html.]

En esos artículos quedaba condensado el relato de la historia contemporánea, de la marcha hacia el imperio global. Lo que pasaba en Iraq y lo que describía la prensa matutina era el resultado de la misión que Claudine me había enseñado a desempeñar hacía unos treinta y cinco años. De mi trabajo y el de otros muchos hombres y mujeres movidos por un afán de engrandecimiento que seguramente no debió ser muy diferente del que yo conocí. 

BechtelViñetaEsos artículos trataban de la invasión de 2003 y de las contratas que estaban firmándose para reconstruir Iraq después de la devastación causada por nuestros ejércitos y para reformarlo según los moldes del modelo occidental moderno. De manera implícita, las noticias del 18 de abril de 2003 miraban también hacia atrás, a comienzos de la década de 1970 y al «caso del blanqueo de dinero árabe saudí». Este caso y las contratas que resultaron de él sentaron un precedente nuevo e irrevocable, al permitir, o mejor dicho disponer que las compañías de ingeniería y construcción estadounidenses y la industria del petróleo se adjudicasen el desarrollo de aquel reino del desierto. En un solo golpe poderoso, el caso aludido había establecido nuevas reglas para la gestión mundial del petróleo, redefinido la geopolítica y creado una alianza con la familia real saudí que aseguraba tanto la hegemonía de ésta como su compromiso de plegarse a nuestras reglas.

 _ 

Mientras leía no pude dejar de preguntarme cuántas personas sabrían lo que sabía yo. Que a aquellas horas, Saddam seguiría siendo dueño de su país si se hubiese avenido a entrar en el juego como hicieron los saudíes. Y tendría sus misiles y sus fábricas químicas, que nosotros habríamos construido para él, y que serían mantenidas y modernizadas permanentemente por nuestros técnicos. Un acuerdo a gusto de todos, como lo fue el de Arabia Saudí.

SadamYRumsfeldHasta entonces los medios de comunicación más influyentes se habían abstenido de publicar tales informaciones. Pero ese día estaban ahí. Cierto que aquellos artículos eran mucho menos que un resumen, un atisbo, una aparición fugaz. Pero daban la sensación de que la historia empezaba a emerger. Pensé si al New York Times se le habría ocurrido hacer de francotirador solitario. Pasé a la página de la CNN y leí: «Bechtel gana la contrata iraquí». La crónica de CNN era muy parecida a la del Times, sólo que agregaba:

En varios momentos se hizo saber que otras compañías competían como posibles aspirantes, acudiendo a la licitación con carácter individual o formando parte de grupos, por ejemplo la unidad Kellogg Brown & Root (KBR) de Halliburton Co., cuyo director general ha sido en el pasado el vicepresidente Dick Cheney […] [Con anterioridad] Halliburton se ha adjudicado una contrata que algunos valoran en 7.000 millones de dólares, con una vigencia estimada de hasta dos años, para reparaciones urgentes de la infraestructura petrolera iraquí.[** http://money.cnn.eom/2003/04/l 7/news/companies/war-bechtel/index.htm]

 _ 

Se hubiera dicho, en efecto, que empezaba a filtrarse el relato de la marcha hacia el imperio global. No los detalles, no el hecho de que ésa era una trágica historia de endeudamiento, de engaño, de esclavización, de explotación, y del intento más flagrante de adueñarse de los corazones, las mentes, las almas y los recursos de toda clase de gentes que el mundo haya conocido. Nada en esos artículos indicaba que los acontecimientos de 2003 en Iraq eran la continuación de una historia vergonzosa. Ni manifestaban que esa historia tan antigua como el imperio estaba adquiriendo nuevas y terroríficas dimensiones, tanto por el tamaño debido a la globalización, como por la astucia con que estaba ejecutándose. Y pese a todas las insuficiencias, sin embargo, se filtraba poco a poco, casi como de mala gana. 

HitManEsta idea de una historia que se filtraba de mala gana me resultaba muy cercana y familiar. Me recordaba mi propia biografía y los muchos años que estuve aplazando la hora de las explicaciones. Desde hacía mucho tiempo me constaba que tenía una confesión pendiente. Pero la había aplazado una y otra vez. Al recordarlo me doy cuenta de que las dudas, los rumores del remordimiento, estaban ahí desde el principio, desde las lecciones en el apartamento de Claudine, aun antes de haber comprometido mi primer viaje a Indonesia. Y me habían perseguido durante todos esos años de modo casi incesante.

También sabía que de no haberme atormentado continuamente las dudas, la pena y el arrepentimiento, las cosas nunca habrían cambiado. Como tantos otros, me habría quedado como estaba. Ante el panorama de una playa en las islas Vírgenes, nunca se me ocurriría dejar mi empleo en MAIN. Aún seguía dando largas, a pesar de todo, y las comunidades suelen hacer lo mismo en tanto que tales. 

Los titulares parecían apuntar a una coalición entre las grandes corporaciones, la banca internacional y las administraciones. Como mi currículum de MAIN, sin embargo, aquellos korporatismusreportajes apenas rozaban la superficie. Se quedaban con el barniz. El meollo del asunto no consistía en que una vez más, las grandes empresas de ingeniería y construcción recibiesen miles de millones de dólares para desarrollar un país a nuestra imagen y semejanza —cuando las gentes de ese país muy probablemente no tenían ningún deseo de reflejar esa imagen—, ni en que una banda de individuos repitiese una vez más el ancestral rito de abusar de los privilegios que se les concedían por sus altos cargos.

Esa explicación es demasiado simplista. Implica que si quisiéramos corregir los defectos del sistema, no tendríamos más que echar a esos individuos. Equivale a moverse en el terreno de las teorías conspirativas, de manera que si preferimos quedarnos tranquilos, sería suficiente apagar la televisión y olvidarlo todo, conformados con esa visión histórica de escuela elemental que viene a decirnos: tranquilos que «ellos» se encargan de todo, que la nave está en buenas manos, que a su debido tiempo las cosas retornarán al buen camino. Tal vez tendréis que esperar hasta la próxima generación, pero luego todo marchará mejor.

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La historia real del imperio contemporáneo —de la corporatocracia explotadora de gentes desesperadas y realizadora del expolio de los recursos más brutal, egoísta y, al largo plazo, Confessionsautodestructivo— tiene poco que ver con lo que exponían los periódicos esa mañana, y todo que ver con nosotros. Lo cual, por supuesto, explica la dificultad que tenemos para escuchar esa historia real. Preferimos dar crédito al mito de que miles de años de evolución social humana han perfeccionado al fin el sistema económico ideal, antes que admitir la realidad de que nos han engañado con un concepto falso y nosotros lo hemos aceptado como la verdad del evangelio. Nos hemos persuadido de que todo crecimiento económico es beneficioso para la humanidad, y de que cuanto mayor sea el crecimiento, más pronto se difundirán sus beneficios. Y por último, nos hemos persuadido de un corolario que se nos ofrece como válido y moralmente justo: que las personas especialmente dotadas para atizar los fuegos del crecimiento económico deben ser exaltadas y recompensadas, mientras que los nacidos al margen quedan disponibles para la explotación.

Ese concepto y ese corolario se utilizan para justificar toda clase de piraterías. Se conceden licencias para violar, saquear y matar a gentes inocentes en Irán, Panamá, Colombia, Iraq y muchos lugares más. El gangsterismo económico, los chacales y los ejércitos prosperan en la medida en que se demuestre que sus actividades generan crecimiento económico, como casi siempre ocurre. Gracias a las proyecciones de «ciencias» tan poco imparciales como la econometría y la estadística, si usted bombardea una ciudad y luego la reconstruye, los datos reflejan un pasmoso pico de crecimiento económico. 

GeständnisseLa historia real es que estamos viviendo una mentira. Se ha creado un barniz que, como mi currículum en MAIN, oculta la fatídica corrupción subyacente. Pero hay otras estadísticas que son como radiografías y reflejan ese cáncer, al descubrir la terrorífica realidad de que el imperio más poderoso y más opulento de la historia tiene índices insufriblemente altos de suicidios, toxicomanías, divorcios, malos tratos a los niños, violaciones y asesinatos. Y lo mismo que un cáncer pernicioso, esos males extienden sus tentáculos en un radio cada vez más amplio, año tras año. El dolor, todos lo sentimos en nuestros corazones. Querríamos exigir el cambio a gritos, pero nos tapamos la boca con ambas manos para sofocar esos gritos y que nadie nos oiga.

 _ 

Sería estupendo que pudiéramos culpar de todo eso a una conspiración, pero no hay tal. El imperio precisa de la eficacia de los grandes bancos, de las grandes compañías, de las administraciones —la corporatocracia—, pero no es una conspiración. La corporatocracia somos nosotros. Existe gracias a nosotros. Por eso, a la mayoría nos resulta muy difícil rebelarnos y oponernos a ella. Preferiríamos ver conspiradores acechando por las esquinas oscuras, porque RainbowBendersmuchos de nosotros trabajamos en uno de esos bancos, corporaciones o administraciones, o dependemos de alguna manera de ellos por los bienes y servicios que producen y comercializan. No es cosa de morder la mano del amo que nos alimenta. 

Tal era la situación que estaba yo considerando mientras contemplaba, absorto, los grandes titulares en la pantalla de mi ordenador. ¿Cómo va uno a rebelarse contra el sistema que según todas las apariencias le suministra casa y coche, alimento y vestido, electricidad y medicinas? Aunque sepamos que es el mismo sistema que ha creado un mundo en donde mueren de hambre todos los días veinticuatro mil personas, y muchos millones de personas más nos odian, o por lo menos odian las políticas practicadas por nuestros representantes elegidos. ¿Quién tiene valor para salirse de la formación y poner en duda conceptos que uno mismo y quienes le rodean siempre aceptaron como la verdad del evangelio, aunque uno sospeche que el sistema está al borde de la autodestrucción? Con un esfuerzo, me puse en pie y regresé a casa para tomarme otra taza de café.

ThePalm beach postDi un pequeño rodeo y me incliné a recoger el Palm Beach Post caído junto a mi buzón, en el sendero de acceso de mi garaje. Traía el mismo artículo sobre Irán y la Bechtel, bajo copyright del New York Times. Me fijé en la fecha de la cabecera: 18 de abril. Es una conmemoración, al menos en Nueva Inglaterra, grabada en mi recuerdo por unos padres muy dados a evocar las gestas de nuestra Revolución, y también por el poema de Longfellow:

Escuchad, hijos míos, y os hablaré
de la cabalgata nocturna de Paul Reveré,
el dieciocho de abril del Setenta y Cinco.
Hoy casi ninguno queda vivo
que recuerde tan famoso día y año.

El año en que estábamos, el Viernes Santo coincidía con el aniversario de la cabalgata de Paul Reveré. Al ver la fecha en la primera página del Post evoqué la imagen de aquel platero de la época colonial, espoleando su caballo por las calles a oscuras de las ciudades de Nueva Inglaterra al grito de «¡que vienen los ingleses!». Reveré arriesgó la vida para difundir la palabra, y sus leales conciudadanos le respondieron. Se enfrentaron a lo que entonces era el imperio.

 _ 

Me pregunté qué razones tendrían aquellos norteamericanos de la colonia para salirse de la fila. Muchos de los insurrectos eran gente adinerada. ¿Por qué motivo arriesgaron sus negocios, mordieron la mano que los alimentaba y pusieron en peligro sus vidas? Cada uno de ellos tendría, sin duda, sus razones personales, y sin embargo debió existir alguna fuerza unificadora, alguna energía o catalizador, una chispa que inflamó simultáneamente muchos fuegos en ese momento único de la historia.

Entonces supe lo que era: la palabra.

ThomasPaineAlguien habló para contar la verdadera historia del imperio británico y del mercantilismo egoísta y en fin de cuentas autodestructivo, y ésa fue la chispa. La explicación del significado subyacente, a través de la palabra de hombres como Tom Paine y Thomas Jefferson, inflamó la imaginación de sus compatriotas, y abrió corazones y mentes. Los habitantes de las colonias empezaron a poner cosas en Thomas Jeffersonduda, y cuando lo hicieron descubrieron una nueva realidad que acabó con todos los engaños. Vieron la verdad oculta bajo el barniz, y entendieron cómo habían sido manipulados, engañados y esclavizados por el Imperio británico.

Vieron que sus amos ingleses habían formulado un sistema, y luego habían persuadido a casi todo el mundo de una mentira: que era el mejor sistema que la humanidad pudiese ofrecer nunca, y que la esperanza de un mundo mejor dependía de que todos los recursos fuesen canalizados a través de la Corona de Inglaterra. Que la organización imperial del comercio y de la política era el medio más eficiente y humano para mejorar la vida de la población… cuando la realidad era que tal sistema enriquecía a unos pocos a expensas de la gran mayoría. Esa mentira y la explotación resultante permanecieron y se desarrollaron durante decenios, hasta que un puñado de filósofos, negociantes, granjeros, pescadores, colonizadores de la frontera, escritores y oradores empezó a decir la verdad.

NewConfessionsLa palabra. Medité sobre ese poder mientras rellenaba la taza de café para regresar luego a mi oficina y al ordenador.

Cerré la página de la CNN y abrí el documento en que había trabajado la víspera. Releí la última frase escrita:

Esta historia debía ser contada. Vivimos en una época de crisis terrible […] y de tremendas oportunidades. A través de la peripecia de este gángster económico que les habla se relata cómo hemos llegado adonde estamos y por qué nos enfrentamos ahora a esas crisis que parecen insalvables. La historia debía ser contada porque necesitamos comprender nuestros pasados errores para poder aprovechar las oportunidades venideras […] Y lo más importante, debía ser contada porque hoy, por primera vez en la historia, un solo país tiene la capacidad, el dinero y el poder necesarios para cambiar todo eso. Es el país en donde nací, al que he servido como gángster económico: Estados Unidos de América.

 _ 

Ahora estaba decidido a no dejarlo. Las coincidencias de mi vida y las elecciones adoptadas como consecuencia de ellas me habían conducido a ese punto. A partir de ahí, el movimiento no podía continuar sino adelante. Por mi imaginación pasó de nuevo aquel hombre, el jinete solitario cabalgando a través de la noche por las comarcas rurales de Nueva Inglaterra para dar la alarma Reveres Ride2a los vecinos. El platero sabía que las palabras de Paine y de Jefferson le habían precedido, y que los vecinos las habían leído en sus casas y discutido en las tabernas. Paine había mostrado la verdad de la tiranía imperial británica. Jefferson proclamó que nuestra nación se consagraría a los principios de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Reveré, mientras se adentraba en la oscuridad, tenía presente que los hombres y las mujeres de las colonias habían recibido el estímulo de la palabra. Por tanto, era seguro que se alzarían para luchar por un mundo mejor. 

La palabra… 

Tomé mi decisión de no aplazarlo más, de terminar lo que tantas veces había comenzado en el transcurso de los años. Poner las cartas boca arriba. Confesarme. Escribir las palabras de este libro.

  _ 

Epílogo

Hemos llegado al final de este libro, que es también un comienzo. Usted probablemente estará preguntándose qué hacer ahora, cómo se puede poner freno a la corporatocracia y terminar con esta marcha demencial y autodestructiva hacia el imperio global. Usted está dispuesto a dejar el libro a un lado y actuar en el mundo.

Son ideas lo que se necesita, y yo podría ofrecer algunas.

Como señalar, por ejemplo, que el capítulo que acaba de leer acerca de la Bechtel y la Halliburton en Iraq ha dejado de ser noticia. Cuando usted lo leyó, ya era agua pasada. Pero la trascendencia de esas noticias va más allá de la oportunidad de los textos. Confío en que ese capítulo habrá contribuido a cambiar la manera en que leemos las noticias, enseñando a leer entre líneas de todo artículo de prensa que abordemos en adelante, a cuestionar las implicaciones profundas de toda información de radio y televisión que sintonicemos.

SixCorporationsLas cosas no son lo que parecen. La NBC es una propiedad de General Electric. La ABC es de Disney. La CBS pertenece a Viacom, y la CNN forma parte del colosal conglomerado America On Line Time Warner. La mayoría de nuestros periódicos, revistas y casas editoriales pertenece a las gigantescas corporaciones internacionales y están manipuladas por ellas. Los medios de comunicación son parte de la corporatocracia. Los funcionarios y los directores que controlan casi todos los órganos de opinión saben cuál es el lugar que les corresponde. En su vida profesional han aprendido que una de sus misiones más importantes Sixcorporationsmediaconsiste en perpetuar, fortalecer y desarrollar el sistema que se les ha legado. Ellos lo cumplen con gran eficacia, y si tropiezan con alguna oposición también saben ser despiadados. A usted le incumbe entonces la misión de distinguir la verdad que se oculta bajo el barniz y descubrirla. Hable con su familia y sus amigos. Difunda la palabra. 

Yo podría dar una lista de cosas prácticas que hacer. Reducir su consumo de combustible, por ejemplo. En 1990, antes de la primera invasión de Iraq, Estados Unidos importaba 8 millones de barriles de petróleo. En 2003, cuando la segunda invasión, ese consumo había aumentado en más de un 50 por ciento, a más de 12 millones de barriles.[** Energy Information Administration, citado en USA Today, 1 de marzo de 2004, p.1] La próxima vez que experimente la tentación de salir de compras, no lo haga. Lea un libro, haga ejercicio, siéntese a meditar. Recorte gastos de vivienda, de fondo de armario, de coche, de la oficina, y de casi todos los demás aspectos de la vida. Proteste contra los tratados de «libre» comercio y contra las compañías que explotan a las gentes desesperadas en los talleres de la economía sumergida, o que se dedican a saquear el medio ambiente.

HalliburtonPlataformaYo podría explicar que el sistema vigente todavía permite albergar muchas esperanzas, que no hay nada inherentemente maléfico en los bancos, las corporaciones y los gobiernos —o en las personas que los dirigen—, y que por supuesto no es inevitable que constituyan una corporatocracia. Podría extenderme sobre cómo los problemas a que nos enfrentamos hoy no son el resultado de unas instituciones perversas, sino de unos conceptos falaces en relación con el desarrollo económico. El defecto no está en las instituciones mismas, sino en nuestra percepción de cómo funcionan y se relacionan las unas con las otras, así como de la función que desempeñan los dirigentes en ese proceso.

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En efecto, esas redes mundiales de comunicación y de distribución tan eficaces podrían servirnos para alcanzar cambios positivos y compasivos. Imaginemos que las alas desplegadas de Nike, los arcos de MacDonald’s y el logotipo de Coca-Cola llegasen a ser símbolos de unas compañías fundamentalmente dedicadas a vestir y alimentar a los pobres del mundo, y haciéndolo de maneras beneficiosas para el medio ambiente. Eso no es más utópico que llevar un hombre a la Luna, desintegrar la Unión Soviética o crear las infraestructuras gracias a las cuales esas compañías llegan a todos los rincones del planeta. Necesitamos una revolución en nuestro planteamiento educativo. Que nosotros y nuestros hijos aprendamos a pensar, a cuestionar y a tener el valor de actuar. Usted puede dar ejemplo. Sea maestro y alumno. Inspire con su ejemplo a todas las personas que le rodean.

AntiLavadoDineroYo invitaría a emprender acciones concretas que influyan sobre las instituciones de nuestras vidas. Diga su opinión en todos los foros que se le ofrezcan, escriba cartas y mensajes de correo electrónico, envíe por teléfono preguntas y mociones, acuda a las elecciones para que haya juntas escolares, asociaciones de vecinos y concejos municipales responsables. Cuando necesite comprar algo, hágalo de manera consciente. Implíquese personalmente.

Podría recordar lo que me dijeron los shuar en 1990: que el mundo es como lo soñamos. Por tanto, la vieja pesadilla de industrias contaminantes, autovías atascadas y ciudades superpobladas puede cambiarse por un nuevo sueño basado en el respeto a la Tierra y en principios socialmente responsables de sostenibilidad e igualdad. Transformarnos a nosotros mismos, cambiar el paradigma, está en nuestras manos. 

Podría enumerar las asombrosas oportunidades de que disponemos ahora mismo para crear un mundo mejor: alimento y agua suficiente para todos; medicamentos para curar enfermedades Nachrichtenspiegel3y para evitar las epidemias que hoy agobian innecesariamente a millones de seres humanos; sistemas de transporte capaces de llevar los recursos esenciales para la vida a los rincones más remotos del planeta; capacidad para elevar los niveles de alfabetización y proporcionar servicios de Internet de modo que todo habitante del planeta pueda comunicarse con otros; instrumentos para resolver contenciosos que hagan obsoletas las guerras; tecnologías que exploren tanto la inmensidad del espacio como las sutilezas de la energía subatómica, y que luego puedan aplicarse a desarrollar viviendas más ecológicas y más eficaces para todos; recursos suficientes para realizar todo lo anterior y mucho más.

Podría sugerir pasos que dar inmediatamente con objeto de facilitar a otros la comprensión de la crisis y de sus oportunidades:

• Ofrecer grupos de estudio sobre el contenido de este libro en la librería o la biblioteca de su barrio, o en ambas (para orientaciones sobre cómo llevar a cabo esta iniciativa véase www.JohnPerkins.org).

• Desarrollar una presentación para una escuela elemental del vecindario sobre su tema favorito (los deportes, la cocina, las hormigas… casi cualquier tema sirve), de manera que despierte en los alumnos la conciencia de la verdadera índole de la sociedad que van a recibir.

• Enviar mensajes de e-mail a todas las señas de su directorio para transmitir las opiniones que le haya sugerido este libro y otros que lea.

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Sospecho que algunas de estas iniciativas se le habrán ocurrido ya. Sólo es cuestión de elegir las que le parezcan más estimulantes, y darse cuenta de que todo esto forma parte de un compromiso mucho más grande que se nos exige a todos. Es preciso que nos comprometamos de manera inequívoca, darnos una sacudida que nos despierte a todos. Escuchemos la sabiduría de las profecías, abramos nuestros corazones a las posibilidades, tomemos conciencia, y pasemos luego a la acción.

BekenntnisseSin embargo, este libro no pretende ser una prescripción. Es una confesión, ni más ni menos. La confesión de uno que permitió que hicieran de él un peón, un gángster económico. Uno que se acomodó con un sistema corrupto por las numerosas ventajas que le ofrecía, y porque la contemporización era fácil de justificar. Uno que no podía alegar ignorancia y que siempre halló pretextos para excusar su afán de lucro, la explotación de las gentes desesperadas, el expolio del planeta. Uno que aprovechó a fondo el hecho de haber nacido en el seno de una de las sociedades más prósperas que haya conocido la historia, al tiempo que se compadecía de sí mismo porque sus padres no lo colocaron directamente en la cima de la pirámide. Uno que hizo caso de sus profesores, leyó los libros de texto sobre el desarrollo económico, y luego siguió el ejemplo de otros hombres y mujeres que legitiman cualquier acto que promueva el imperio global, aunque redunde en matanzas, genocidios y destrucción medioambiental. Uno que entrenó a otros para que siguieran sus pasos. Ésta es mi confesión.

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Quien me haya seguido hasta aquí, da a entender con ello que ha conectado con mi confesión en algún plano personal, y que tenemos mucho en común. Tal vez habremos recorrido caminos diferentes, pero hemos conducido vehículos similares, consumido los mismos combustibles, y comido en establecimientos pertenecientes a las mismas corporaciones.

ZapatosNegrosAhora le toca a usted. Todo el mundo necesita hacer su confesión. Cuando tenga claro quién es, qué puesto desempeña en este momento histórico, por qué ha hecho lo que ha hecho —acciones elogiables, y otras que no lo serán tanto—, y adónde quiere ir, experimentará una inmediata sensación de alivio que puede llegar a rayar en la euforia.

Se me puede creer si digo que escribir este libro ha sido para mí una experiencia profundamente emotiva, y muchas veces dolorosa y hasta humillante. He pasado más miedo que en ningún otro trance de mi vida. Pero me ha permitido conocer un alivio que no había experimentado antes. Un verdadero éxtasis, no tengo palabras para describirlo de otra manera.

 _ 

Plantéese estas preguntas: ¿Qué es lo que necesito confesar? ¿De qué maneras he engañado a todos, a mí mismo tanto como a los demás? ¿Dónde he contemporizado? ¿Por qué he permitido que me absorbiera un sistema, según me consta, desequilibrado? ¿Qué haré para asegurarme de que nuestros hijos, y los hijos de todos se hallarán en condiciones de realizar el sueño de nuestros Padres Fundadores, el suelo de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad? ¿Qué línea debo seguir para poner fin a esas hambrunas innecesarias, y para asegurarme de que nunca se repetirá un 11-S? ¿Cómo contribuiré a que mis hijos comprendan que los que viven en la opulencia y el desvarío son dignos de compasión pero no de emulación, por más que se presenten a sí mismos cElViajealaFelicidadomo iconos culturales a través de los medios de comunicación que ellos controlan, queriendo convencernos que las viviendas fastuosas y los yates traen la felicidad? ¿Qué propósitos de cambio en mis actitudes y percepciones voy a plantearme? ¿A qué foros recurriré para ilustrar a los demás y aprender al mismo tiempo?

Ésas son las preguntas esenciales de nuestra época. Cada uno debe responder a su manera, y manifestar sus respuestas de un modo claro e inequívoco. Paine y Jefferson y todos los demás patriotas nos observan. Sus palabras siguen inspirándonos. Los hombres y mujeres que dejaron sus tierras y sus barcas para ir a enfrentarse con el poderoso Imperio británico, los que pelearon en nuestra Guerra Civil por la emancipación de los esclavos, los que sacrificaron sus vidas para defender al mundo frente al fascismo, todavía nos hablan en espíritu. Y lo mismo los que se quedaron en casa para producir los alimentos y las ropas necesarias, y aportaron su apoyo moral, y los que han defendido lo que antes se ganó en los campos de batalla: los maestros, los poetas, los artistas, los emprendedores, los trabajadores de la sanidad, los obreros manuales… usted y yo.

 _ 

Ésta es nuestra hora. A todos y cada uno nos toca dar el paso al frente, plantear las preguntas importantes, buscar las respuestas en nuestro fuero interno, y pasar a la acción.

Las coincidencias de su vida, y las elecciones que hizo en reacción a ellas, le han conducido a usted hasta este punto.

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