Fragmentos de libros. NADA de Carmen Laforet Final I:
Finales de libros.
XXIII
Los días que siguieron estuvieron sumidos en la mayor oscuridad porque, inmediatamente, alguien cerró todos los balcones, casi clavándolos. Casi impidiendo que llegase un soplo de la brisa de fuera. Un espeso y maloliente calor lo envolvió todo, y yo empecé a perder el sentido del tiempo. Horas o días resultaban lo mismo. Días o noches parecían iguales. Gloria se puso enferma y nadie se fijó en ella. Yo me senté a su lado y vi que tenía mucha fiebre.
- ¿Se han llevado ya a ese hombre?
Preguntaba a cada momento.
Yo le alcanzaba agua. Parecía que nunca se podría cansar de beber. A veces venía Antonia y la contemplaba con tal expresión de odio, que preferí quedarme junto a ella el mayor tiempo posible.
- ¡No se morirá, la bruja! ¡No se morirá, la asesina! -decía.
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