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Fragmentos de libros.   LAS CIUDADES INVISIBLES de Italo Calvino   Final I

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LAS CIUDADES ESCONDIDAS. 5

Berenice-acquerelloAntes que hablarte de Berenice, ciudad injusta que corona con triglifos ábacos metopas los engranajes de sus maquinarias trituradoras de carne (los encargados del servicio de lustrado cuando asoman la barbilla sobre las balaustradas y contemplan los atrios, las escalinatas, las pronaos, se sienten todavía mas prisioneros y menguados de estatura), debería hablarte de la Berenice oculta, la ciudad de los justos, que trajinan con material de fortuna en la sombra de las trastiendas y debajo de las escaleras, anudando una red de hilos y caños y poleas y pistones y contrapesos que se infiltra como una planta trepadora entre las grandes ruedas dentadas (cuando éstas se paren, un repiqueteo suave advertirá que un nuevo exacto mecanismo gobierna la ciudad); antes que representarte las piscinas perfumadas de las termas, tendidos a cuyo borde los injustos de Berenice urden con rotunda elocuencia sus intrigas y observan con ojo de propietario las rotundas carnes de las odaliscas que se bañan, tendría que decirte cómo los justos, siempre cautos para sustraerse al espionaje de los sicofantes y a las redadas de los jenízaros, se reconocen por el modo de hablar, especialmente por la pronunciación de las comas y de los paréntesis; por las costumbres que mantienen austeras e inocentes eludiendo los estados de ánimo complicados y recelosos; por la cocina sobria pero sabrosa, que evoca una antigua edad de oro: sopa de arroz y apio, habas hervidas, flores de calabacín fritas.

TrignacGerard SanTitre-1-2De estos datos es posible deducir una imagen de la Berenice futura, que te aproximará al conocimiento de la verdad más que cualquier noticia sobre la ciudad tal como hoy se muestra. Siempre que tengas en cuenta esto que voy a decirte: en la semilla de la ciudad de los justos está oculta a su vez una simiente maligna; la certeza y el orgullo de estar en lo justo —y de estarlo más que tantos otros que se dicen justos más de lo justo-, fermentan en rencores rivalidades despechos, y el natural deseo de desquite sobre los injustos se tiñe de la manía de ocupar su sitio haciendo lo mismo que ellos. Otra ciudad injusta, aunque siempre diferente de la primera, está pues excavando su espacio dentro de la doble envoltura de las Berenices injusta y justa.

  _  

Dicho esto, si no quiero que tus ojos perciban una imagen deformada, debo señalar a tu atención una cualidad intrínseca de esta ciudad injusta que germina secretamente en la secreta ciudad justa: y es el posible despertar —como un concitado abrirse de ventanas— de un latente amor por lo justo, no sometido todavía a reglas, capaz de recomponer una ciudad más justa aún de lo que había sido antes de convertirse en recipiente de la injusticia. Pero si se explora aún más en el interior de ese nuevo germen de lo justo, se descubre una manchita que se extiende como la creciente inclinación a imponer lo que es justo a través de lo que es injusto, y quizá éste es el germen de una inmensa metrópoli...

  _  

De mi discurso habrás sacado la conclusión de que la verdadera Berenice es una sucesión en el tiempo de ciudades diferentes, alternativamente justas e injustas. Pero lo que quería advertirte era otra cosa: que todas las Berenices futuras están ya presentes en este instante, envueltas una dentro de la otra, comprimidad, apretadas, inextricables.

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MarcoPolo Before KublaiKhanMarco Polo (1254-1324) before Kublai Khan. Pintura de Tranquillo Cremona1st-art-gallery    https://www.1st-art-gallery.com

 

El atlas del Gran Kan contiene también los mapas de las tierras prometidas visitadas con el pensamiento pero todavía no descubiertas o fundadas; la Nueva Atlántida, Utopía, la Ciudad del Sol, Océana, Tamoé, Armonía, New-Lanark, Icaria.

Pregunta Kublai a Marco:

—Tú que exploras en torno y ves los signos, sabrás decirme hacia cuál de estos futuros nos impulsan los vientos propicios.

—Para llegar a esos puertos no sabría trazar la ruta en la carta ni fijar la fecha de llegada. A veces me basta un escorzo abierto en mitad mismo de un paisaje incongruente, un aflorar de luces en la niebla, el diálogo de dos transeúntes que se encuentran en medio del trajín, para pensar que partiendo de allí juntaré pedazo a pedazo la ciudad perfecta, hecha de fragmentos mezclados con el resto, de instantes separados por intervalos, de señales que uno manda y no sabe quién las recibe. Si te digo que la ciudad a la cual tiende mi viaje es discontinua en el espacio y en el tiempo, ya más rala, ya más densa, no has de creer que se puede dejar de buscarla. Quizá mientras nosotros hablamos esta aflorando desparramada dentro de los confines de su imperio; puedo rastrearla, pero de la manera que te he dicho.

MarcoPoloYKublaiKhanEl Gran Kan estaba hojeando ya en su atlas los mapas de las ciudades que amenazan en las pesadillas y en las maldiciones: Enoch, Babilonia, Yahoo, Butua, Brave New World.

Dice:

—Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la entrada infernal, y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorbe la corriente.

Y Polo:

—El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

 

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  Los fragmentos: LasCiudadesInvisibles

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