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     OPINAMOS DE "CUENTOS DE LA SELVA"  (Horacio Quiroga         

  anaconda 

Alguna idea tenemos de porqué somos esquivos a leer libros de cuentos.

Es verdad que los buenos cuentistas, cuando compendian en un solo volumen unos cuantos cuentos, es porque con ese libro intentan componer un todo más o menos evidente. Es muy probable que la selección de los determinados cuentos, su orden dentro del libro, conformen una obra aproximadamente cerrada en la que los cuentos quedan hilados por un nexo común, por una intención, ya sea ésta una necesidad vital, ideológica, intelectual, estética o, incluso, somática (satisfacer una pulsión controlada u obsesiva que el autor quiere liberar).

Pero aún así, a nosotros nos gustan los cuentos tomados de uno en uno, como los días o los amigos, con una atención exclusiva y, si puede ser, profunda y cómplice. Lo que creo que nos pasa es que, a pesar de esa unidad estructural, cuando uno de los cuentos es magnífico y nos abduce tanto que, al acabarlo, nos deja tirados en la cama con la mirada perdida por el techo, abstraídos, con el libro semicerrado apoyado en la barbilla y el dedo metido entre las páginas en donde paramos de leer, en ese momento, a nosotros nos es muy difícil comenzar a leer el siguiente. No es una cosa nueva ni extraña. Ya, en nuestra juventud, teníamos una manía que repetíamos siempre, y era que el día en el que habíamos terminado un libro que nos había maravillado, se lo dedicábamos a él en exclusividad y nos prohibíamos por principio comenzar en ese mismo día un libro nuevo. Era lo mínimo que le debíamos, respeto, no enturbiar las imágenes o solapar con otros sabores el que nos había dejado, al menos hasta el día siguiente. Y lo cumplimos a  rajatabla durante muchos años.

Horacio Quiroga es, sin duda y también para nosotros, uno de los mejores cuentistas en lengua castellana. Nos gustó tanto su “La gallina degollada” (leer) que lo incluimos en su día en esa sección –un poco abandonada, nos duele- que denominamos en fragmentos de libros como “Cuentos casi perfectos” y nos emplazamos para, algún día, leer otros cuentos de este autor. Y ese día cualquiera llegó cuando se nos apareció por la mesilla de noche, ocupando un lugar en la dispar torre de libros en el que se mezclan los a medio leer, algún atlas, los escrutados, los consultivos, los especiales para determinados estados de ánimo…, se unió a ellos, digo, Cuentos de la selva.  


                       TortugaGigante Flamengos ElLoroPelado

Y así fue como, de uno en uno, espaciándolos, comenzamos a leerlos. “La tortuga gigante”, bueno. “Las medias de los flamencos”, “El loro pelado” , “La guerra de los yacarés”… Bueno. La verdad es que nos pusimos un poco a la defensiva porque no era lo que esperábamos en Quiroga. Los protagonistas eran animales, en cierto modo, humanizados, como los de Walt Disney -hacia los que nosotros tenemos cierta reticencia por que lo tienen “educativos”-. Aunque no, los de Cuentos de la selva son mucho más agrestes, y los protagonistas son animales autóctonos de la selva de la frontera argentino-uruguaya, algunos letales para el hombre, como los tigres, los yacarés, las yararás, rayas y anacondas…, y no están tan humanizados como los osos y ratones de la factoría Disney. Además, sí es verdad que alguno de estos cuentos es muy original y sorprendente, como ese que explica la razón por los que los flamencos tienen las patas rosas o los dos, de esa primera parte del libro, que más nos gustaron, el de los yacarés y el de los coatís (sin e para el plural).  Pero, finalmente, sí era verdad que el lenguaje que Quiroga emplea en los cuentos, sus historias, no dejan de ser cuentos “para niños”.

Y efectivamente, estos Cuentos de la selva son –o han sido- material didáctico para las lecturas escolares de los primeros ciclos porque utilizan un lenguaje llano e son ilustrativos de la flora y de la fauna de la selva argentina-uruguaya. Y hasta aquí, dentro de lo que son y significan, pues perfectos.

Pero resulta que, estrictamente pertenecientes a Cuentos de la selva solo lo son los ocho primeros y, en esta edición de Literatura Contemporánea de Seix Barral se han incluido otros siete cuentos más de Quiroga… y éstos sí que ya son otra cosa muy distinta. El lenguaje, la forma estética, la expresión, los temas, la profundidad… ya nos es mucho más afín a nosotros, y algunos de estos cuentos los consideramos magistrales, tanto que hasta sopesamos la posibilidad de trocar en “Cuentos casi perfectos” , La gallina degollada, por uno de ellos, por ejemplo por “El regreso de Anaconda”, “La insolación” o “Yaguaí”.  Y es que, algunos de ellos pertenecen a otra recopilación, a otro libro de cuentos cuyo hilo conductor, el nexo común que decía al principio, ya es muy otro al de Cuentos de la selva, y su título nos dice bastante de ellos: Cuentos de amor, de locura y de muerte

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