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Fragmentos de libros. MI HERMANO EL ALCALDE de Fernando Vallejo  Fragmentos II:

Acceso/Volver a FRAGMENTOS I de este libro: Arriba FraLib

Continúa.     (Se muestra alguna información de las imágenes al sobreponer el ratón sobre ellas) 

... y tuve veinte hermanos sin contar las mujeres ni los niños. Carlos acababa de tomar posesión de la Tierra.

¡Y pensar que ese niñito que salió de ahí iba a ser el alcalde de Támesis! ¡Quién lo iba a decir! La vida nos depara tales cosas... No había sin embargo en esa casa, en esa fecha, astrónomo que consignara el prodigio y nos leyera las estrellas.

  _  

La carrera rumbo a la alcaldía de Támesis fue fulgurante. No digo que meteórica porque el meteoro cae y Carlos fue siempre para arriba, subiendo, ascendiendo, encumbrándose. Jurisconsulto de la Universidad de Antioquia con posgrado en la Universidad de Medellín y UniveridadJaverianadoctorados honoris causa de las Pontificias Universidades Javeriana y Bolivariana, Carlos fue inspector de policía en un barrio, primer secretario de la Embajada Colombiana en Madrid, y tuvo el gran honor de hablar ante la FAO donde dijo: «Hay mucha hambre en el mundo». Con la plata que juntó en Madrid más unos costalados de harina que le regalaron en la FAO se compró en Támesis, y en las vecindades de la finca nuestra La Cascada, una finca que bautizó La Floresta, en una loma conocida como El Hacha, muy nombrada porque ahí se apareció una noche de fiesta ante los vecinos congregados el padre Orozco, uno de los primeros párrocos de Támesis, de hace cien años y ya canonizado, para decirnos a todos, entre fuegos fatuos:

- Me enterraron vivo, hijueputas.

Eso, Carlos, es lo que hiciste tú al volverte de Madrid por nostalgia y enterrarte en ese pueblo de comemierdas llamado Támesis y en esa vereda de muertos de hambre llamada El Hacha. «Vereda», por si no lo sabe, en Colombia quiere decir caserío y antes las había de dos únicos tipos: conservadoras o liberales. Ahora están todas mezcladas. Hoy los liberales votan por los conservadores y mañana los conservadores votamos por los liberales. Nos hemos modernizado mucho, entramos en la era de la promiscuidad política. Todo cambia. Ya no hay misa en latín, se celebra en vernáculo.

En este mundo sedoso de costumbres relajadas…

  FacebookTamesis

... ¿Y nos podría describir el cerro, por favor? Sí pero no, está en Internet. Búsquelo en Yahoo en la página web que abrió mi hermano catapultando a Támesis en la era de la informática. Busque Támesis, Antioquia. Ahí está retratado. Si bien eso de que una imagen vale por mil palabras son cuentos chinos. ¡Cuándo una mísera foto va a producirnos la sensación de la montaña en persona que nos hace expandir el alma! ¡Jamás! Sería como comparar un muchacho en pelota con su foto. El Internet es pornografía.

  _  

Entonces, según eso, enterremos a Balzac. Sí. Que se joda. Que se joda que aquí vienen los loros verdes en bandada. Vienen de los Llanos, de decirle a Tirofijo dos verdades: ¡Tirofijo hijueputa! Y el eco: Puta, puta, puta va repitiendo como un demente Biog Tirofijoel eco. Salen enfurecidos de sus madrigueras y cobertizos el Mono Jojoy, Raúl Reyes, Romaña y demás lambeculos del hampón, con unos lanzacohetes tumbaviones dizque a dispararles a los loros para vengar el agravio hecho a su jefe. ¡Quién le da a un poema verde que se va! Loritos verdes de Colombia, efímeros como la vida, pasajeros, que nos dicen con la concisión de Cioran verdades eternas, dijeron bien arriba: Tirofijo hijueputa. Y cuando han vuelto el Mono Jojoy, Raúl Reyes, Romaña y Tirofijo a sus quehaceres, a torturar rehenes, he aquí que vuelven los loros a refrendarles lo dicho con la muestra de su desprecio. Zshhhhh pasan sobre ellos como una avioneta de fumigación y los dejan bañados en mierda verde. En La Cascada Carlos les mantiene un platón de alpiste. ¡Para qué, Carlos, ¡si no cantan!

  _  

 ***

… Con esa alcaldía Colombia se jugaba su última carta y la quemó. Hoy Colombia son unas ruinas limosneras que sostenemos los que nos fuimos. Como votante tamesino, Colombia la damnificada extiende la mano y pide:

- Deme, deme, deme.

Y agradece, sí, como Támesis, pero mientras le sigan dando. Si el rico se cansa de dar, el pobre se cansa de agradecer. Para agradecimiento continuo caridad continua. La caridad es un pozo sin fondo, y el tiempo es sucesivo como un libro al que hay que irle pasando hojas.

Volvamos entonces atrás para seguir adelante: a la Primera Dama Marilú y sus geranios y novios y bifloras y una planta exótica muy de allá, los anturios, que los hay en blanco, rosado, negro, amarillo y rojo. Los negros son los más raros. Los anturios negros que haya en Támesis salieron de La Cascada, de ahí se robaron la cepa. ¡Pero qué importa que se la roben! ¡Nos robaron el corazón! Sembramos flores, asfaltamos calles, limpiamos plazas, ponemos a sonar la banda La banda Santa Cecilia del Cielo que nuestra hermana Gloria guía con su AnturioNegroinspirada batuta. ¡Bum! ¡Bum! ‘Bum! van resonando las tubas, diciéndole al pueblo turulato que ya tienen nuevo alcalde. Ve, Marilú dice Memo. Aquí no van bien geranios. Sembrá bifloras. No. Geranios. No. Bifloras. Sembrá entonces unos anturios. Pero que sean blancos. No. Negros. Los negros son tristes. ¡Qué tristes van a ser, son hermosos! En ésas se la pasan el Alcalde Cívico y la Primera Dama, discutiendo de flores, en tanto Carlos construye, levanta, hace, y en las noches mientras proyecta y piensa y duerme con sus muchachos sueña. Sueña con su megaproyecto hidráulico y una cascada inútil que cae y se va. ¡Cuánta agua-luz se estará desperdiciando mientras yo estoy aquí pichando!...

  _  

***

   ... A todas las visitó. A todas les prometió. Que escuela, que luz, que agua, que carretera asfaltada. Candidato que no promete no llega. Y alcalde que cumple como Carlos es, cual se dice en Colombia la sabia, un güevón. Créanmelo. Cuando lleguen al poder embólsense lo que puedan y gástenselo en lo que sea: en putas, en yates, en compact discs. ¡Pero con esta honradez que nos heredó mi padre! ¿Qué estás haciendo ahora entre los muertos? ¿De qué te sirvió tu honradez? ¡Cuánto no hiciste por tu pueblo y ya te olvidaron! Ni a una escuelita le pusieron tu nombre. Tu nombre lo guardo yo en el corazón. Pero no lo digo. Salían de campaña rayando el sol y regresaban exhaustos al caer el día en el par de bestias sudorosas. ¿Tres en dos?

     MHEA AlcanáAjá. Carlos iba adelante en el Rayo, su caballo trotón, con Eufrasio en la grupa; y atrás, a cuatro cuerpos de caballo, Memo siguiéndolos en un borriquito. Memo le decía Gloria que es una guasona, vas como Cristo el Domingo de Ramos. A ver si el Domingo de Resurrección no te resucito al muerto contestaba Memo. El muerto era «Calinche» el primer marido de Gloria, un borrachín culibajito a quien mi hermana tiró por el balcón: viuda quedó con dos hijos que le han sacado canas. Mujer de armas tomar y muy verraca, con Calinche, sin embargo, la espantaban: que le iban a resucitar a la autoviuda el muerto. ¡Qué carajos! Si me lo resucitan lo vuelvo a tirar. Pero no, Calinche era el terror de sus terrores. Para mí que ella no lo aventó: resbaló borracho en la azotea en una cáscara de plátano.

  _  

     Por caminos fragosos, vadeando ríos y quebradas (vale decir arroyos), ahí van los tres en sus dos bestiezuelas en campaña.Vereda tras vereda tras vereda, promesa tras promesa tras promesa. En todos lados había que prometer. Y dar! Que deme, doctor, para esto, para lo otro. Deme, dotor, que tengo siete bocas que alimentar le decía la buchona empreñada. Pa la lechita de los niños. Lechita la que te echaron en la chimba, parivagabunda...

***

FVallejo Reflejo... - Déme, dotor, p'al mercado y voto por vusté -le dice a Memo confundiéndolo con Carlos una mujercita preñada que no tiene más que los cuatro redrojos que arrastra y el que viene en camino.

- Pues se va a perder el mercado, señora, porque yo no soy el candidato -le contesta el cabrón,

«Mercado» además del mercado es la compra de víveres del mes: frijoles, arroz y plátano, que es lo que comen los pobres. Ah, y yuca. ¡Pobre Colombia tan pobre aunque tan democrática!

- ¿Y carne? ¿No comen carne?

- No, comen prójimo. Y si el prójimo se enverraca, lo matan.

LocalizaciónTámesisMesas en las oficinas públicas, en el colegio de las monjas, en las escuelas, en el atrio de la iglesia, en el liceo… Banderolas, banderas, pancartas. Tal el panorama en el casco urbano, ¡Vote por uno, vote por otro, vote por éste, vote por aquél!, pregonaban los pregoneros pregonando sus candidatos. Los unos de verde, los otros de rojo, los otros de azul... Los de Carlos de camisetas amarillas, nuevo color de la esperanza. ¡La revolución carlista le iba a cambiar hasta el color a la esperanza! Nada iba a dejar en pie. Nada en su sitio, todo cambiado. Renovación que es lo que necesita Colombia. Y moralización, ¿eh?

Colas de votantes se iban formando ante las mesas esperando tumo para votar. Para hundir el invaluable voto en la urna. De mesa en mesa, de cola en cola, de sufragante en sufragante iba Alba Rocío Vásquez, la alcaldesa saliente, pichona de serpiente cascabel, vomitando su consigna venenosa:

- No bote su voto votando por maricas.

A mujer mal cogida se le pudre el aliento, se le retuercen las tripas y se le envenena la lengua. Desarrollan esofagitis crónica de regurgitar tanta hiél.

- ¿Y Carlos?

- Él incólume.

CubAlfa MHelAIba, venía, bajaba, subía, prodigando su fina estampa por calles y plazas entre el electorado mientras la plana mayor de su campaña, los estrategas, atendían en el cuartel carlista las contingencias de la contienda. Todo lo tenían preparado: testigos electorales, representantes ante el Registrador, chiveros y pregoneros, repartidores de emparedados, bolígrafos y camisetas... Cinco mil emparedados de jamón serrano y queso manchego se repartieron. Diez mil jugos de frutas tropicales con hielo. Tres misas para los muertos. Y mil ciento cincuenta camisetas con Cristo Rey estampado adelante y atrás María Auxiliadora. Diez camiones de escalera contratados para transportar a los tres grandes centros de votación a las huestes carlistas que confluían, cual confluyen los cincuenta arroyos de Támesis en el Cauca, por los caminos de herradura de las veredas a la carretera.

Enterado de lo anterior este humilde cronista comentó:

- ¡Carajo! Yo con semejante despliegue monto mi campaña para la presidencia.

PastranaYTirofijo RSemanaQue es lo que hizo Pastranita, delfín de Pastrana el viejo, mamón de la teta pública, con su campaña nacional a la presidencia lanzada desde Támesis cuando lo subieron por la Avenida Laureano Gómez montado en una cesta izada con sogas y poleas a fin de que durmiera protegido en la casa cural bajo las faldas del cura no lo fuera a matar la guerrilla. El veintitrés de octubre, jueves, tres días antes de las elecciones, voló el señorito a los Llanos a hacerse retratar con Tirofijo abrazado a él merced a la promesa, disfrazada ante el mundo de paz, de entregarle a Colombia a este hampón, más nocivo que dentista mujer. La foto la vi en Barcelona, en un periódico español, y comenté lo único que podía comentar;

- ¡Qué hijueputa!

FVallejo ReflejoColombia la imbécil mordió el anzuelo envenenado de la paz y votó por el hijueputa. Que con su pan se lo coma.

Regresando a su sede de campaña de uno de sus baños de popularidad, le informaron a Carlos que algún opositor les acababa de cortar el teléfono.

- Conéctenlo.

Y lo conectan y ¡plas!, explotó como una bomba.

Y que empiezan a llegar los mensajeros con las contrariedades. Que lo uno, que lo otro, que lo de más allá, que aquí están falsificando planillas, que allí comprando jurados, que en tales mesas votando doble. Y que a ese ritmo nos iban a robar las elecciones. Y para acabar de ajustar, esa puta vieja con su puta lengua haciéndonos un daño terrible.

A las cuatro de la tarde volvió a sonar el himno y alea iacta est, ya la suerte estaba echada, se habían cerrado las votaciones.

El recuento final de los votos se hacía en la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas, cuyo nombre me suena porque en alguna parte lo oí, ¿pero dónde? ¿Dónde? ¿Dónde, Alzheimer, a ver? Ah sí, en el cementerio la noche en que Gloria se patasarribíó cuando Carlos les pasaba lista a los muertos.

- Hipólito J. Cárdenas.

- Presente.

Y presente estuvo en las votaciones con su voto. Gran músico él, copartidario. Ahora, en la casa-santuario que lleva su nombre, habilitada por el señor Registrador como centro de recuento de los votos, ¿pensaba la puta vieja de la puta lengua que iba a ganar el Negro Alirio, su fantasmón?...

***

Y le mandé un escueto mensaje: «A toda capillita se le llega su fiestecita». Y firmado, yo.

Esa noche ni cené ni dormí ni piché bendiciendo a la democracia. Sí, ése es el gran sistema del mundo, no hay otro. ¡Benditos sean Montesquieu y su Espíritu de las Leyes!

RadioCártamaEl lunes me contaron con detalle cómo estuvo la cosa y cómo siguió la cosa. Al enterarse de su triunfo por la emisora La Voz del Cártama que lo empezó a proclamar en ondas hertzianas al cosmos, Carlos les ordenó a sus seguidores que se fueran a dormir. Así les bajaba la fiebre del triunfo a éstos y les suavizaba a los otros, por falta de interlocutor triunfalista, el despecho de la derrota. A fin de cuentas él ya no era un candidato: era el alcalde de Támesis: de los unos y de los otros. Con esa generosa decisión Carlos le ahorró al pueblo por lo bajo cincuenta muertos. Muertos que habría habido que lamentar por las viudas y los huérfanos, mas no por Támesis, ni por Antioquia, ni por Colombia, pues allá vivos es lo que sobra.

TurpialEl que sí se murió esa noche, sin que se sepa por qué, fue el turpial platanero Salvador. Cuando Carlos regresó a La Floresta, fatigado pero henchido de triunfo, lo encontró con las patas apuntadas hacia el cielo en su jaula. No sé si Carlos lo haya sentido poco o sentido mucho: a mí me sacó lágrimas. Mal presagio que el turpial se hubiera muerto mientras a Carlos lo estaban eligiendo alcalde. La vida es así, por un lado nos da y por el otro nos quita. A algunos por ambos lados les quita. Y a nadie por ambos lados le da...

 ***

... De no ser por él, Eufrasio hoy no tendría los cinco niños que tiene y habría cavado fosa: lo llevó a la Clínica Soma de Medellín y le hizo abrir la tapa de los sesos para que no se le fuera in inflamar las cincuvoluciones no fuera que se le borraran de ahí sus treinta y siete novias. Sobrevivió con una rajadura en la cabeza del tamaño del sexo de un burro. Al que quisiera ver se la mostraba.

- ¡Uy, qué hijueputa chamba! –decía la admiración popular.

«Chamba» es cortada.

FVallejo ReflejoCuando empezaron a producir los cafetos Carlos estaba arruinado. Tenía finca pero sin tener. Y caballo y moto y camioneta y carro y jeep. ¡Porque a Eufrasio también le encantaban los jeeps!

A punto de venírsele encima la primer cosecha, con nuevo préstamo a intereses bajos pero ineluctables, montó un «beneficiadero» de café. Una procesadora, pues, con planta eléctrica, acueducto, despulpadoras, secadoras de sol y eléctricas, tanques, anillos, dijes, pulseras, collares, zarandas… Con todo lo que se necesita y más. Un viejo reloj de muro encima de la despulpadora daba con sus campanadas broncíneas las poéticas horas. ¡Tin Tan! ¡Tin Tan! La más bonita finca de Támesis, la más bonita finca de Antioquia, la más bonita finca de ChapoleroColombia. Por la falda de la loma iban los «chapoleros» o recolectores recogiendo en cestas de bejuco el grano maduro, grano por grano, cafeto por cafeto, surco por surco, lote por lote, protegiéndose del ardiente sol con sombreros de paja. En cada cesta caben quince kilos de café «en cereza», o sea sin procesar. Las cestas se vacían en un costal de fique y se cargan hasta la tolva del beneficiadero. Para que no las tuvieran que cargar, Carlos montó un tobogán que por la fuerza de la gravedad vaciaba la granizada de granos directamente en la tolva. ¡Qué espectáculo hermoso esa lluvia de granos rojos! Es no la han visto en su metalizada vida los magnates de Nueva York. Luego los granos se despulpan en la despulpadora, se zarandean en la zaranda, se vinagran en los tanques fermentadores, y en las canoas lavadoras se lavan y se separan en tres tipos: tipo Federación de Cafeteros de Colombia, que es el café que nos sirven las azafatas avinagradas de los aviones de Air France; tipo corriente, que es de menor calidad; y la «pasilla» que, dicho en colombiano, «no vale un culo». La cáscara se llama «pulpa», el grano que seale pelado solo a la mitad se llama «media cara», la miel que se le extrae se llama «mucílago» y la secadora se llama «silo» y las hay de tres tipos según el combustible con que funciona: ACPM, gas y carbón. La despulpadora la mueve un motor, el motor lo mueve una planta de energía eléctrica, la planta de energía eléctrica la mueven las cascadas y las cascadas Dios. Dios, pues, en última instancia es el que nos da el café:

- Gracias, Midiosito lindo.

FVallejo ReflejoY lavado el café que nos da Midiosito, se seca en los llamados silos y sale convertido en pepas de oro. Ésas son las que tuestan las tostadoras y que una vez tostadas se muelen para que, en aguar hirviendo y humeante pocillo o taza con la banderita amarillo, azul y rojo de Colombia se lo tome usted en los aviones de Air France, y volando, volando y soñando despierto pierda el sueño. Al aterrizar en el aeropuerto Charles de Gaulle nos empelotan los de inmigración a ver si traemos, enchufado en el salvohonor o «culo», cuando menos un kilo de cocaína. ¡Qué cocaína vamos a traer, si en Colombia lo que producimos es café!

     La primera cosecha no le dio a Carlos ni para pagar la mitad de la mitad de la mitad de los intereses. Y es que el café no da, aparte de satisfacciones. Del producto final en plata blanca cuando no hay préstamo ni intereses de por medio, o sea lo que te da en billetes contantes FedeCafeterosColombiay sonantes la Federación Nacional de Cafeteros que es la que te lo compra, las cuentas son, y si yerro que me corrija Colombia: Mayordomo y peones, seis por ciento; dos abonadas y tres limpias anuales, cuarenta y cinco por ciento; recolección, treinta y tres por ciento; secada incluyendo ACPM y energía eléctrica, quince por ciento; despulpada y transporte al silo, uno por ciento; patiero que mueve el café en las casillas, uno por ciento; escogida de la pasilla, dos por ciento; transporte al pueblo, dos por ciento; coteros, uno por ciento; empaques, uno por ciento. Total, ciento siete por ciento. Y no se ha pagado aún la contribución al estado, ni el impuesto predial, ni los costos de la tierra y de la siembra. Si esta pérdidadel siete por ciento la trasladamos a siete mil doscientas arrobas que producía al año La Floresta, cuánto perdemos al año? Saque cuentas a ver. A mí me da escalofrío. Y por qué entonces tu hermano insistía en el café? Porque es hermoso. Además, ¿qué quería usted que sembrara? ¿Coca? Y me dirá que la política ensucia y corrompe más que la cocaína o coca, y no le falta razón. Carlos, Carlos DuSomempero, como la garza del poema que cruza sin mancharse el pantano, salió limpio de la alcaldía de Támesis. Impoluto. No lo corrompieron promesas ni amenazas. Lo boleteaban: «O te torcés, o te torcemos»le escribían en papel de cuaderno con letra de analfabeta y le pintaban una calavera cruzada por dos tibias. Boleticas a mí? Amenacitas a mí? Disparen, malnacidos! Mi hermano era de una honorabilidad a prueba de balas. No lo mataron. Sobrevivió. Carlos murió de viejo, casi ciego. La última vez que lo vi fue en Medellín, en el parque de Laureles viendo pasar muchachos con Memito, otro viejito. ¡Ve qué belleza! ¡Mirá el que va ahí! le señalaba Memo, que con los años agarró una vista de halcón. ¿Cuál? preguntaba el ex alcalde con voz gangosa cuarteada esforzándose por ver.

  _  

Cadena de depredadores en la producción del café: Almacén: suministra los insumos y los abonos a precio de oro. Mayordomo: mayordueño. Recolectores del grano: roban poquito. Bombas de gasolina donde venden el ACPM: roban poquito. Transportadores: roban poquito. Coteros: roban poquito. Cooperativas y compradores y prestamistas empezando por el Banco Cafetero: usureros. Y tras el esforzado trabajo cotidiano de sol a sol recogiendo y despulpando la cosecha de rubíes rojos para convertirlos en pepas de oro, a guardar las pepas de oro en silos...

 ***

TutelaTexto

- ¿Pa dónde vamos, Carlos?

- P’adelante.

Y para adelante va el flamante calcando con Támesis a cuestas.

La alcaldía de Carlos la podemos dividir en tutelas. Y es que durante los tres años de su gobierno Carlos vivió, si me permiten el disculpable neologismo, en permanente «entutelamiento» o «entutelación». Ciento cincuenta tutelas le montaron, de las que puntuaré su alcaldía con las más brillantes. Primera tutela: la de los mercaderes de plaza y templo.

FVallejo ReflejoAntes de Carlos el parque de Támesis era una sucursal del matadero y el infierno. Al aire libre y cercada por un enrejado antiguo, entre altos árboles, en su centro, funcionaba una cantina con un kiosco y mesas de paraguas en las que se servía aguardiente. Desde le kiosco un altavoz aturdía día y noche con sus vallenatos al pueblo. En torno al enrejado, cuatro calles con otras tantas cantinas y el pavimento atestado, sobre una alfombra de hojas de plátano y basura que escoba humana en treinta años jamás barrió, de cajas de tomates, ratoneras y toldos donde carniceros, verduleros y tenderos vendían baratijas frutas y tubérculos, amén de carne: la carne de nuestros más desventurado prójimo, los animales, sin que el cura dijera nada, ni el juez nada, ni el alcalde nada, ni yo nada, ni tú, ni él, ni nadie. Esos toldo abarrotados de filetes de vaca, orejas de marrano, patas de ternero y pollos desplumados daban testimonio de la infamia de la Iglesia y su carnívoro Escudo de Tamesisrebaño. Mangos, chirimoyas, papayas, higos, curubas, chachafrutos, guamas, mamoncillos, algarrobas, piñas, maracuyás, yuca, arracacha, plátano, panela, de todo se vendía en ese parque: bolígrafos, camisetas, novenarios, computadorcitos, estampitas, espejitos, condones, camándulas, indulgencias plenarias y cuanto adminículo el humano bípedo pueda precisar para los menesteres de este mundo y las contingencias del otro. Charcos de lodo y sangre competían con la alfombra de basura por el pavimento, mientras perros hambreados merodeaban entre los clientes y por entre los toldos. La sangre en promiscuidad con la mugre había invadido hasta el atrio de la iglesia y el caos se había enseñoreado del corazón de Támesis. Y mientras el altavoz del kiosco y los traganíqueles de las cuatro cantinas aturdían con sus vallenatos y los tenderos vendían su mercancía y los carniceros su carne y los verduleros sus verduras y los meseros emborrachaban a los parroquianos con su aguardiente y deambulaban los perros y los clientes y las campanas de la iglesia llamaban a misa, un par de endemoniados encendidos de aguardiente y odio se agarraban a cuchillo y sin respetar niños ni mujeres, tumbando cajas, toldos, mesas, sillas se despanzurraban en pleno parque. Las palomas asustadas alzaban el vuelo. Entre un caos de vallenatos y una lluvia de plumas de paloma caía uno de los dos vesánicos a un charco y partía para el viaje del silencio eterno mientras el otro, soltando el cuchillo y surtidores de sangre, se apretaba con ambas manos la barriga no se le fueran a escapar, con el alma, las tripas, y arrancaba en veloz carrera zigzagueando por entre los toldos rumbo al hospital a que lo cosieran. Colombia más o menos es así. Más más que menos.

- Esta sinvergüencería conmigo no sigue. O los echo o me echan -sentenció Carlos-. Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

- ¿Y por qué? preguntaban indignados los mercaderes del templo rasgándose las vestiduras-. ¿Por qué nos tenemos que ir si éste es un país democrático?

- Por las güevas que me cuelgan -les respondió Carlos.

- Y no habría posibilidad de contar esta historia con palabras menos altisonantes?

EsquinaTamesis- No, si no son mías, yo no hablo así. Aquí los deslenguados son los personajes. Yo los echo a andar y ellos se van; les doy cuerda y hablan; los junto y copulan. Empiezo haciendo lo que quiero con ellos y acaban haciendo lo que quieren conmigo.¡ Qué culpa tengo yo de sus desmanes! Eso sería como echarle en cara a Dios las fechorías de Atila.

En una antigua construcción donde antaño funcionara la alcaldía y que había pasado a ser parqueadero del carro de los bomberos, Carlos mandó instalar treinta toldos al estilo de los del parque, y con un bando conminó a los invasores a mudarse allí.

En respuesta, confabulados con el concesionario de la cantina del kiosco, los tenderos, los carniceros y los verduleros le montaron a Carlos su primera acción de tutela. Que no se iban, que por qué, que el parque era de ellos. Y afilaban los cuchillos y les sacaban chispas. Días después, con una rapidez y lucidez que prueban, mal que le pese a Voltaire, que Dios sí existe, el juez falló en favor de Carlos: que estaba en su derecho de alcalde a recuperar el espacio público invadido. De inmediato el burgomaestre desentutelado les dio de plazo a los insubordinados hasta el día siguiente a las cinco para irse.

  _  

 

A las cuatro quedaban siete toldos sin trasladar: que no se iban, que primero los tenían que matar. Desde su despacho del segundo piso de la alcaldía, que se alza en contraesquina de la iglesia, Carlos viendo: la retroexcavadora, una brigada de obreros del municipio, los bomberos y la policía ansiosa de bolear garrote entrando al parque. A las cuatro y media dio la orden de que prendieran la retroexcavadora y de que se desplegaran en posición de combate las fuerzas del orden. Faltando un cuarto para las cinco una ratoncita que vivía bajo la base de uno de los toldos salió huyendo con su camada y tras ella se fueron los últimos venteros. A las cinco entraron en acción la retroexcavadora, los obreros y los bomberos, derribaron los toldos, lavaron el lugar y en las volquetas del municipio se llevaron la historia de treinta años de mugre y desorden. A las siete de la noche entraba Gloria con la banda Santa Cecilia a los acordes de la Marcha Triunfal de Aída y se tomaba el parque. Carlos acababa de ganar su primera tutela y de apuntarse su primera victoria. Al edificio desmantelado o parqueadero donde reubicó a los venteros lo llamó pomposamente, para conmemorar el suceso, Plaza de la Tutela.

Cafe GranoRojo2De tutela en tutela así como de grano en grano cosechaba el café, Carlos fue cosechando su alcaldía. Y es que el buen café cuesta. De sol a sol hay que sembrar, hay que fumigar, hay que desenmalezar luchando día a día contra la estrella africana y los ladrones. Y cuando por fin se llega la hora de la cosecha, a desprender de la planta los rojos granos grano por grano. En Colombia no es como en Brasil donde recolectan dándole palo al cafeto. A garrotazos tumban el café, y sin separar los granos buenos de los malos o «pasilla», o sea el oro de la escoria, a los trancazos lo empacan y ahí se va, al mercado internacional dizque a competir con el nuestro. ¡Cómo va a competir con un café aromático un aguamierda!

Café el de Colombia. Y la coca. ¿Sabe lo que hay que cultivar en plantas y sudar en sangre para sacar un kilo de coca? ¡Una hectárea! Una hectárea que hay que sembrar y desyerbar y fumigar como el café y hacerle su pajita. Hoy pretenden sacarnos del mercado y desplazarnos con las anfetaminas, que son químicos. Y pues no. La cocaína es un producto natural, una droga de selección para clientes finos. Es el champaña de las drogas, ¿o no?

- Volvenos a contar, Carlos, la tutela que te pusieron los del Río Claro para cagarnos otra vez de risa.

Hombre, nada del otro mundo: que puso a cagar a tres veredas en una sola fosa séptica: a la vereda del Corozal, a la de La Mirla y a la de Río Claro.

- Para no tener que cambiarle el nombre a este río de aguas cantarinas por el de Río Mierda -les conminó a los habitantes de las tres veredas reunidos en un desnivel-, de mañana en adelante todas las alcantarillas de todas las casas de estas tres veredas que han venido vaciando sobre el río, me las van a encauzar a este hueco donde hoy clavo este palo.

ArrurruzY lo clavó. Tutela. Le montaron una tutela de mil quinientos diez memoriales que Carlos les ganó invocando la ley antitramitología. En el punto justo donde mi hermano clavó el palo nació una de las corporaciones más promisorias de Colombia: COPROANTIOQUIA, con la que nos pondremos a la vanguardia de la humanidad en este embarazoso campo. Allí en COPROANTIOQUIA las sumisas bacterias reciclan el excremento humano y lo convierten en abonos y en bióxido de carbono para las gaseosas POSTOBÓN, que quiere decir: Posada y Tobón. Carlos fue el que introdujo en Támesis y antes que nadie en Colombia, mandando a traer semillas de la India por DHL, la planta cingiberácea del arrurruz, de cuya fécula se saca un alimento sabrosísimo rico en proteínas que bien podría ser una alternativa para el bicultivo del café y la coca.

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Una tutela que sí perdió fue la que le puso don Leonidas Parra, émulo de Flavio Ramírez, el de la enfermedad del corazón. Pretendía don Leonidas construir una casa sobre La Peinada, una «quebrada», o sea arroyo, que cruza el barrio Santa Ana. Como las normas legales establecen un retiro de treinta metros de los cauces de agua para las construcciones previendo que en Colombia en «invierno», o sea época de lluvia, las quebradas y los ríos «se emputan», o sea se desbordan, al menos una vez al año, por conducto de su Oficina de Planeación Municipal Carlos le denegó a don Leonidas la licencia para que construyera. El ofendido ciudadano acudió entonces a la tutela, y ante el Juez de Reparto interpuso la acción. Después de memoriales y memoriales, oficios y más oficios citando leyes, decretos y reglamentos, el Juez falló obligando a Carlos a conceder la licencia. Al año exacto, como había previsto la ley, La Peinada se emputó y se llevó al señor Parra con todo y casa y mujer. Otra tutela obligó a Carlos a indemnizar a los hijos sobrevivientes por Cesar-Gaviria-Presidentetehaber maleducado a La Peinada. ¡Por qué la malcrió! Por qué no le enseñó a no llevarse casas ajenas! La tutela es un invento genial. Se lo debemos a Gaviria y a su constitución. Con qué le podrá pagar Colombia un bien tan grande al benemérito ex presidente que hoy preside la OEA? ¡Con un muchacho!

Una noche andando nuestro alcalde a caballo en inspección por la mencionada vereda de Río Claro se le apareció un ánima en pena.

- Vení, vení le decía la fosforescente desde una mata de plátano.

-¿A qué? preguntó Carlos con esa sequedad que lo caracteriza cuando trata con desconocidos.

- A sacarme de penar contestó el ánima.

-¿Y vos quién sos? preguntó Carlos.

- Soy el hermano Antonio Miguel contestó el ánima. De la Casa de Bienestar de los Hermanos Mayores de La Salle. Nací en 1899 en Támesis y partí en 1990 en Popayán hacia la casa del Señor.

- ¿De cuál señor? preguntó Carlos.

- De Cristo contestó el hermano.

- Andá y decile a ese güevón que te arregle el problema que para eso es hijo del Todopoderoso.

Y dándole un fuetazo al caballo siguió.

- ¿Él no creía en Dios?

- No, sí, claro! Si no, quién pues le conseguía los muchachos? Dios es la fuente de todo bien, y el Diablo de todo mal…

 ***

  Tamesis EdnaBustamante

… ¡Y cuántos no partieron para el viaje eterno agradecidos del verbo inspirado de Carlos que le sacaba méritos al difunto hasta de debajo de las piedras! De ciento ochenta asesinatos que se daban en Támesis al año, Carlos los rebajó a ciento diez. Bajo Carlos Támesis era un pueblo feliz. Carlos y Támesis, una sola moneda con dos caras.

Y empezó a dotar las escuelas de computadores. En la segunda planta del edificio de la Federación Nacional de Cafeteros, que está en el parque, acondicionó una sala con treinta y cinco computadores abierta a niños y ancianos. Y no bien los niños aprendían a conectarse al Internet, qué creen que es lo primero que buscaban? ¡La página Web de Támesis! Doble u, doble u, doble u, punto, paraíso, punto, támesis, punto, com. ¡Mirá, mirá gritaban los niños excitados, el cerro de Cristo Rey! Y mirá el charco azul. ¿Y esa iglesita cuál es? Pues la iglesia, ¿no ves el parque? Allá abajo, en un panorama esplendoroso de montañas e inmensidades visto desde arriba a la altura de vuelo de un gallinazo LasDosTorresTamesis2se veía Támesis, con su parquecito y su iglesita de dos torres. La realidad deja siempre mucho qué desear, las cosas se ven mejor en Internet. Y hundiendo otra tecla se les aparecía, sonriente, en la pantalla, Carlos. Acostumbrados a verlo en la televisión por el canal regional en debates, corrían ahora los niños exultantes a contarle que lo acababan de ver en Internet.

Dicen, pero no me consta, que a esa sala de cómputo se presentó un día don José Eladio, el nonagenario de la vereda Pescadero, a informarse. Que miraba para acá y para allá sin osar acercarse a los niños, intrigado. Por fin se acercó a un muchachito y le preguntó:

- Ve m’hijo. ¿Qué botoncito hay que hundirle a eso para que le salgan a uno viejas en pelota?

- Ah, yo no sé le contestó el primerizo asustado. Yo apenas estoy aprendiendo.

Ese charco azul que dijeron los niños es un prodigio. En las afueras del pueblo, en la parte alta de atrás, más allá del colegio de las monjas y desde donde arranca el cerro de Cristo Rey, en un paraje de cuento de hadas hay un charco mirífico del Río Conde donde se bañan desnudos los niños que se escapan de la escuela. Arbustos y matorrales lo cercan. Desde esos arbustos y matorrales cuatro ojos ven: dos cacorros: Lucho y Ritiña. La baba se les chorrea de las fauces ávidas. Entran al agua los niños, salen del agua los niños, chapotean, desde una roca se lanzan, luchan. Un gavilán cruza cortando el aire como con una cuchilla de afeitar: ¡Fshhh! En otro estrato de vuelo, más arriba del del gavilán, planean los gallinazos. Vuelo negro de gran aliento que no exige aleteo: grandes ascensos, grandes descensos como en un tobogán de vértigo. Más arriba del estrato de los gallinazos está la esfera de Dios, que todo lo sabe, que todo lo ve. Los mirones desde el rastrojo miran a los niños, y el Gran Mirón desde su Santa Gloria mira a los mirones. No los censura, nada les dice. Si algo malo estuvieran haciendo, los fulminaría con un rayo. Pero no. También los dos mirones de abajo como los niños y los gallinazos y el charco y el gavilán son obra de Él.

ArmasTamsis

Tocayo Orozco, sastre que está en camino al cementerio (noventa años), tiene camino al cementerio en la carrera Bolívar enseguida de La Playa una sastrería. Se sienta en la acera en un taburete que recuesta en la pared, a coser y a ver pasar muertos. Lleva su contabilidad. Detrás de la puerta de entrada marca con una raya vertical los que mueren en la gracia de Dios; con una raya horizontal los que mueren en la gracia del Diablo; con una raya oblicua los que se suicidan; y con las mismas marcas pero encerradas en un círculo las mujeres. A Juan José Valencia, adolescente amor de Darío D’Alleman juez penal de Támesis, lo marcó con raya horizontal: lo acuchillaron en el orinal del Club Antioquia que de club no tenía nada pues era una vulgar cantina. A Bernardo Arcila, el dueño del «club», igual, con raya horizontal: le aplicaron en el coconut dos balines o balas o pepas: dos pepazos: ¡pum! ¡pum! Tres le aplicó en igual sitio en venganza Guillermo Valencia a un primo del asesino de su hermano Juan José, y un primo del primo algo después mató a Guillermo. El primo del primo se volvió chófer y se compró un camión de escalera. Camino a Medellín en el Alto de Minas, al que los camiones llegan resoplando casi a punto de pararse pero felices de haber coronado la montaña, al primo del primo que asesinó a Guillermo un hermano de un primo de Juan José lo estaba esperando y le chantó dos balines en la crisma bautismal: con cuarenta y tres pasajeros el camión se fue barranca abajo. Otros que no salieron ni en El Colombiano. En Colombia un muerto trae a otro muerto y el otro muerto trae a otro más, es lo justo, pero cuarenta y tres!...

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