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Fragmentos de libros. PRISIÓN PERPETUA de Ricardo Piglia   Fragmentos II

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p27  Saber vender. Mi padre, dijo Ratliff, fue un narrador excepcional. Vendía máquinas de coses por el campo. Andaba de un lado a otro, con un camioncito entoldado, y paraba en las chacras y se sentaba a la sombra de los tilos a conversar con las mujeres, que le ofrecían limonada. Era capaz de vender una máquina inservible usando el arte hipnótico de la narración. Narrar, decía mi padre, es como jugar al póquer, todo el secreto consiste en parecer mentiroso cuando se está diciendo la verdad.

WH Hudson

W.H. Hudson. Vine a este país, decía a veces, porque quise conocer el lugar donde nació uno de los mejores narradores del siglo XIX...

La caza de elefantes. Si la literatura no existiera esta sociedad no se molestaría en inventarla. Se intentarían las cátedras de literatura y las páginas de crítica de los periódicos y las editoriales y los cocktails literarios y las revistas de cultura y las becas de investigación, pero no la práctica arcaica, precaria, antieconómica que sostiene la estructura.

La situación actual de la literatura se sintetizaba, según Steve, en una opinión de Roman Jakobson. Cuando lo consultaron para darle un puesto de profesor en Harvard a Vladimir Nabokov, dijo: «Señores, respeto el talento literario del señor Nabokov, ¿Pero a quién se le ocurre invitar a un elefante a dictar clases de zoología?»...

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 ...  30. Arkansas, París, Moscú. Una mujer en Arkansas roció a su marido con nafta mientras dormía y lo prendió fuego pero antes tuvo la precaución de atarlo a la cama para que no incendiara la casa con su cuerpo en llamas. Steve amaba esa lógica de los pequeños detalles.

Una mujer que vive varios años con un hombre acumula la suficiente cantidad de razones como para atarlo a la cama y prenderlo fuego. Los maridos, en Arkansas, deben ser ejecutados por el modo autocomplaciente con que someten y avasallan a sus cónyuges. Repiten con las mujeres el mismo trato que usan con sus obreros, empleados, sirvientes, subordinados o inferiores de cualquier condición. El carácter natural de ese sometimiento solo puede ser alterado con un acto de violencia. Por lo tanto los crímenes pasionales cometidos por mujeres son una versión concentrada del ansia de libertad que late sofocada en los oprimidos de cualquier sociedad. Estos asesinatos femeninos son la realización de las esperanzas secretas de miles de personas.

AnnaKareninaEl matrimonio es una institución criminal, dijo después. Una institución pensada para que con sus lazos se ahorque uno de los cónyuges. Ése es el sentido de la sentencia «hasta que la muerte nos separe». El crimen femenino es su resultado lógico. Las suicidas como Madame Bovary o Ana Karenina, son utopías masculinas. Proyecciones invertidas del terror que les provoca a los hombres captar la mirada asesina de sus mujeres. ¡Entonces las convierten en suicidas! Esas historias son cuentos de hadas para varones, fábulas tranquilizadoras, parábolas con moraleja. Cuentos contados entre hombres en la intimidad del vagón de fumar el expreso París-Moscú.

Habría que imaginar, en cambio, dijo Steve, a Madame Bovary como Raskolnikov para que las cosas mejoraran. La heroína es un criminal. Pero ésos son los cuentos que se cuentan las mujeres en la intimidad de un coche cama en el expreso Moscú-París.

Un tren en la inmensidad de la noche.

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El cráneo de cristal.   Para Steve la cárcel es el centro psíquico de la sociedad. El polo magnético interior, hundido entre los dispositivos eléctricos y las molduras de acrílico, un engranaje transparente, como quien dice un cráneo de vidrio. Un mirador donde ser ve el pensamiento. Una amiga suya conoce bien ese mundo porque es psiquiatra judicial. Según ella en la cárcel se puede observar el futuro de la sociedad.

La cárcel debe ser vista como un laboratorio. Se realizan con hombre y mujeres experimentos muy sofisticados. Se busca reconstruir artificialmente las condiciones de vida futura. Se observa cómo reacciona un individuo cuando se lo priva por completo de experiencias durante un tiempo prolongado. Entonces crece la paranoia. Los ascetas y los asesinos necesitan espacios reducidos. Redes múltiples, un orden extremo. Los detalles insignificantes sostienen las emociones fuertes. Una jarra de lata en el piso de cemento. Nadie está a salvo. La agilidad de los reptiles en el desierto...

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42. Había una mujer que no hacía nada sin consultar el I-Ching, Se imaginaba una ruleta donde las apuestas se pagan con acontecimientos de la vida del que juega.

IChIngEl monje escala la colina con un bastón de caña. La tormenta se avecina. Su discípulo se ha rehusado a seguir.

El carácter enigmático de las profecías le permitía cierto margen de decisión personal. Había varios futuros posibles. Comprendió que para construirse un destino lo fundamental es descifrar, no deducir.

Vivía en Princeton, New Jersey. Su marido era un biólogo que antes de terminar su doctorado en el MIT había sido contratado por una gran corporación. Viajaba a Nueva York todos los días y ella se quedaba sola. Nunca sabía qué hacer en esas horas vacías. La paralizaba no poder elegir en la maraña microscópica de posibilidades. Veía su vida como un hormiguero destruido, con los insectos huyendo en todas direcciones.

Un anoche, en una reunión, alguien habló del I-Ching o Libro de las mutaciones y elaboró una teoría sobre la construcción artificial de la experiencia. Al día siguiente consiguió un ejemplar en la biblioteca. Pensó que no debía consultar el libro para tomar grandes decisiones. Iba a concentrarse en la cadena insignificante de hechos laterales que podían dar lugar a desarrollos imprevistos. Un hombre se sentaba, por las mañanas, a leer el diario, en el bar que estaba enfrente de la universidad. ¿Tenía que hablar con él? El libro dijo:

Antes de la batalla el rey decide bañarse en los hielos del gran lago. El ejército acampa en la orilla. La bruma se alza de los montes.

Tuvo una aventura con el tipo que duró tres meses. Cuando su marido salía para Nueva York ella consultaba el libro y visitaba a su amante o era visitada por él.

Un día recibió la orden de dejar de verlo. Actuó con frialdad y resistió todos los argumentos. Al principio la llamaba por teléfono e incluso la amenazaba pero al final desistió. Lo veía siempre leyendo el diario en el café frente a la universidad.

Cine42TheatreEmpezó a realizar pequeñas escapadas siguiendo las indicaciones del I-Ching. Tomaba un ómnibus, bajaba a un pueblo cualquiera, se sentaba a beber en un bar. Esta vida secreta la llenaba de alegría. Nunca podía imaginar lo que iba a hacer. Una vez se disfrazó de varón y fue a uno de los cines pornográficos de la calle 42. Otra vez fue a una casa de masajes atendida por mujeres. El libro insistía en que era un hombre. Un guerrero. Empezó a interesarse en el mundo del box. Pasaba horas mirando peleas en televisión. Una tarde fue al gimnasio del Madison. Conoció a un boxeador negro, un peso pluma de veinte años que medía 1,60 y parecía un jockey.

Por fin el libro le dijo que debía irse. Se llevó todo el dinero que tenían en el banco, alquiló un auto y empezó a viajar. El libro le indicaba el camino.

A veces consultaba el I-Ching para saber si debía consultar el I-Ching.

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Había un psiquiatra que atendía un centro telefónico de asistencia al suicida y al que todos llamaban el Cura porque había sido predicador en una iglesia evangélica del sur de Bronx. Era un falso paisquiatra y un falso médico que actuaba con los documentos de su hermano, muerto hacía dos años en Cincinatti. Instaló el servicio en un ruinoso departamento de la calle 32. Grababa todas las conversaciones, jamás aceptaba entrevistas personales. A cualquier hora del día lo llemaban hombres y mujeres desesperados que le contaban la historia de su vida.

 No se trataba de la historia de su vida, en realidad contaban un acontecimiento que, según ellos, habría provocado la declinación y la catástrofe.

Todas las historias giraban sobre un punto de viraje, como si  hubieran vivido una sola experiencia. No era la locura, era el borde, la frontera, podían fingir, pagaban tres dólares por una llamada de cinco minutos. La locura jamás será narrativa.

RockyGraziano TonyZaleContaban que estaban solos, en la miseria, que habían perdido una mujer, alcohólicos, ex alcohólicos, impotentes, una mujer había dejado pasar la oportunida de irse a Miami cuando tenía veinte años y ahora tenía miedo de salir de casa, ya no tenían droga, estaban drogados, estaba desnuda, oía voces que le daban órdenes contradictorias, lo llamaban el exterminador, era la nieta legítima de Federico Nietzsche, un vecino le captaba el pensamiento e influía directametne sobre su vida, había estado en una clínica psiquiátrica con Rocky Graziano, le habían cortado un brazo, ya había muerto dos veces.

Volvía a escuchar las cintas, el relato múltiple de la ciudad. Quería captar el centro de la obsesión secreta de Nueva York...

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 54 Nunca sé si recuerdo las escenas o si las he vivido. Tal es el grado de nitidez con la que están presentes en mi memoria. Y quizá eso es narrar. Incorporar a la vida de un desconocido una experiencia inexistente que tiene una realidad mayor que cualquier cosas vivida.

Un narrador debe ser capaz de crear un héroe cuya experiencia supere la de todos sus lectores, decía Steve. Ningún novelista que yo sepa, en este siglo o en algún otro, ha asesinado a nadie en la vida real. Cuando lo dijo estaba demasiado borracho y yo no entendí el sentido de lo que estaba diciendo...

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61 Steve nunca supo que Moránme había contado la historia. Nos veíamos poco en aquel tiempo, unos días cunado yo volvía a Mar del Plata en las vacaciones. Lo encontraba en la mesa del Ambos Mundos, rodeado de dos o tres tipos que lo escuchaban y lo festejaban. Despreciaba a todos pero sobre todo se despreciaba a sí mismo. Parecía cada vez más cínico y más desesperado. El alcohol lo mantenía en un estado de perpetua exaltación. Hablaba como un predicador, como la mujer del párroco, en voz alta, peso solo para sí mismo. Quizá también para mí. Yo no conocía el secreto, entonces podía creerle. En eso reside el arte de la ficción.

Me hablaba de su novela y me leía capítulos o versiones y me hablaba de sus proyectos para volver a Nueva York. Sólo los que mienten conocen la verdad. ¿Lo dijo Steve?

El autoengaño es una forma perfecta. No es un error, no se debe confundir con una equivocación involuntaria. Se trata de una construcción deliberada, que está pensada para engañar al mismo que la construye. Es una forma pura, quizá la más pura de las formas que existen.

¿Es posible la ficción de a uno? ¿O tiene que haber dos? El autoengaño como novela privada, como autobiografía falsa. Los actos más perfectos solo tienen por testigo a quien los realiza. Un arte cuya forma exige no ser descubierta. Pero es difícil resistir la perfección sin dejar huellas. Steve fue capaz. Trabajó años en la soledad más plena y al final aniquiló todo lo que había hecho. yo fui su cómplice. En realidad escribió para mí y vivió para la mujer que estaba en la cárcel. ¿O fue al revés?

Se mató en marzo de 1960. No quedó nada, pero nunca queda nada, salvo una cicatriz en la llanura. La sombra del iceberg de Hemingway en la claridad del agua.

Se empecinó en borrar sus rastros, sin embargo nadie muere tan pobre como para no dejar por lo menos un legado de recuerdos. ¿Lo dijo Steve? Pudo haberlo dicho. No importa quien habla. Soy el que puede decir lo que él dijo…

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De EL FLUIR DE LA VIDA

… Pasó un verano con Lucía Nietzsche en 1956 y desde entonces ha reconstruido los hechos en sus detalles mínimos como quien pule una lente hasta disolverla invisible en el aire.

Un narrador, dice el Pájaro, debe ser fiel al estado de un tema. Busca sorprender en un espejo los reflejos de una escena que sucede al otro lado. El relato está ligado a las artes adivinatorias, dice el Pájaro. Narrar es transmitir al lenguaje la pasión de lo que está por venir.

El Pájaro es un narrador tradicional, por eso intercala reflexiones y máximas en medio de sus historias. En el fondo es una forma de retardar la acción. Pensar es un modo de crear suspenso, dice. Construir un espacio entre un acontecimiento y otro acontecimiento, eso es pensar.

 Piensa que con ella, al perderla, empezó su manía de fijar el fluir de la vida. Lo que Artigas llama «el arte de narrar». Fijar, dice el Pájaro, el lento fluir de la vida, detener ese movimiento impreciso.

ElizabethFoerster-NietzscheLucía era nieta de la hermana de Nietzsche. Su padre había elegido el apellido materno para borrar los rastros de su propio padre, el paranoico doctor Forster, antisemita y nazi avant-la-lettre, plagiario, criminal, utópico, falsificador…

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… La mudanza se precipitó porque la madre de Lucía Nietzsche apareció muerta en condiciones extrañas. Desnuda, envenenada, en un hotel de los barrios malos de Asunción. Guardaba dos mil dólares y un pasaje a Nueva York en un secretaire de cuero. Los signos más irrefutables de su suicidio hicieron sospechar a todo el mundo. ¿Crimen pasional? Se preguntaban los diarios paraguayos que Lucía Nietzsche le iba a mostrar con fotografías increíbles de su madre reproducidas a cuatro columnas. Porque el padre de Lucía casi no había hecho otra cosa que fotografiar a su mujer en la cama y los diarios se ocuparon de ventilar los retratos más escandalosos.

No hay nada tan abyecto, dijo Lucía, como la convivencia de un hombre y una mujer. En teoría podemos comprender a una persona, pero en la práctica no la soportamos. El matrimonio es una institución criminal. Con los lazos matrimoniales siempre termina ahorcado alguno de los cónyuges. En eso reside el sentido de la fórmula «hasta que la muerte nos separe».

Su padre había fotografiado a su madre en todas las posturas posibles, de espalda, al sesgo, con disfraces, en cueros, con vestidos alemanes o paraguayos. Era un artista óptico y estaba obsesionado. Se encerraban días enteros en los altos de la casa y abandonaban a la hija, que se moría de tedio y subía descalza la escalera para espiarlos.

Hasta que al fin supongo que mi madre se hartó y quiso escapar, dijo Lucía

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… Mi madre, por ejemplo, dijo Lucía Nietzsche-Förster, era loca y todas las mujeres de mi familia eran locas, empezando por mi abuela Elizabeth. ¿O no es una propiedad de la lengua alemana volver locas a las mujeres y asesinos a los hombres? De noche, a veces, le parecía oír la voz de su abuela, a la que nunca había conocido. Estaba allí, en el Paraguay, su abuela Elizabeth, leyendo una carta de su hermano. El odio es lo único que nos mantiene con vida. Quien carece de maldad no vive serenamente. ¿O no es así? Claro que es así. La piedad es un sentimiento abyecto. Mira mi padre: saca fotografías para capturar la realidad porque vive fuera de ella…

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Novela 2ª

ENCUENTRO EN SAINT NAZAIRE

 e)  Como escondida debajo del rectángulo de cartón que cubre el centro del escritorio, esta hoja escrita a mano:

                  » Teoría de la repetición. Hay que recordar para no repetir. Serie de acontecimientos imperceptiblemente simétricos. En una vida la red de actos exactamente iguales alcanza, digamos, el 73,2 por ciento. Hay que pensar en el resto (los restos) en lo que se filtra por los intersticios de la repetición y sucede una sola vez. En ese punto se construye el jeroglífico donde se cifra el porvenir (Cuarenta y ocho dividido por tres… hay que eliminar los fragmentos. Por ejemplo, para tomar un caso sencillo, ¿cuántas veces he recorrido la Verstebrogade Street?)...

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 SaintNazaireMap93 Paseábamos por la costanera, íbamos juntos a comer al café español a la vuelta del Building, no sentábamos a tomar cerveza en los bares cercanos a la Gare de Saint-Nazaire. De a poco me fue contando su historia. A fines de 1987 había tenido una crisis, se había convertido casi en un clochard inglés. No había nada más fácil en la vida que dejarse estar; la indecisión estaba en el origen de la filosofía. Stevensen había pasado semanas solo, encerrado en su departamento en un tercer piso, en la 28 Markcham Rd, en el Soho, las cortinas cerradas, la correspondencia que se acumula en la alfombra, la luz eléctrica siempre prendida, el teléfono que suena, los rumores de la ciudad cuando empieza a amanecer. Bajaba a la calle a sacar plata del banco con su tarjeta plástica y a comprar whisky y cigarrillos con un sobretodo encima de la ropa que usaba para dormir, sucio, sin afeitarse. Varias veces estuvo tentado de pararse en una esquina y pedir limosna. A veces deambulaba por las estaciones de subte, atraído por el tumulto, por la expresión desesperada de los que esperaban en los andenes. Al final terminaba encerrado en su departamento, sentado en un diván, con una frazada sobre las piernas, tomando cerveza y mirando la televisión hasta la madrugada. No quería hacer nada, no tenía sentido hacer nada. Trataba de no meterse en la cama porque estaba seguro de que no iba a poder levantarse jamás. Dormía sentado, de cara a la luz muerta del aparato de televisión que brillaba sin sonido.

- Creo que hubiera seguido así toda la vida, por lo menos hasta que me durara la plata en el banco, pero una tarde mi hermana apareció por el departamento.

Admiraba mucho a su hermana. Era la persona más inteligente que conocía. Se dedicaba a la lingüística. Dirigía el centro de cómputos que controlaba el tráfico aéreo en el aeropuerto de Londres. Una vez le había mostrado el diagrama de los vuelos futuros. Una telaraña interminable de luces que se entreveraban como un mapa cifrado del universo. Habían manejado la lógica de la incertidumbre de Heisenberg para prever todas las variables inesperadas. Llamamos azar, decía la hermana de Stevensen, a una función elíptica de la temporalidad.

DSiciliana-Scheveningen- Una tarde llegó y abrió la puerta del departamento con la llave de la portera. No corrió las cortinas, no destrabó las ventanas, sencillamente se sentó en una silla, bajo la luz de la lámpara, y se puso a mirar conmigo en la televisión el partido Inglaterra-Francia por los cuartos de final de la Copa de las Cinco Naciones. Sabía yo, dijo mi hermana al rato, que Kaspárov acababa de introducir una variante en la formación Schveningen de la Defensa Siciliana de su match con Karpov, era tan sutil, dijo mi hermana, que uno podía asimilarla a la magia y a la adivinación. No solo prevé el desarrollo de toda la partida, sino que produce las jugadas de su rival, una tras otra, como si se construyera un oráculo. El futuro, dijo mi hermana, no depende de ninguna decisión moral, sino del grado de exactitud con el que se puedan prevén las alternativas cifradas en el presente. Después me dejó un kilo de uvas sobre la mesa, se despidió y se fue. No conozco mejor ejemplo de amor fraternal.

Stevensen quería mucho a su hermana y no quiso decepcionarla. De modo que se bañó y se afeitó y abrió las ventanas…

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 ... En las primeras anotaciones Stevensen se movía a ciegas. No conocía mi nombre. Me llamaba «el argentino». O simplemente me llamaba «Él». De a poco los borradores se iban haciendo más precisos. Stevensen escribió con increíble seguridad. Era una ventaja haber vivido en la misma casa donde yo estaba viviendo. Podía imaginar mis desplazamientos, mis hábitos. Lentamente empezó a anticipar mis movimientos. El Diario podría haber sido escrito por mí.

BlancCassis1

Vamos a comer pescado, a un restaurante del puerto. del otro lado del puente. Al llegar, está sentado en una mesa del costado, vestido con un abrigo azul, toma Blanc-Cassis y no me reconoce al verme entrar. Nada de lo que diga me puede sorprender. Ha encontrado mis rastros en la casa: el mapa de Copenhague, mis recorridos por la Vertesbrogad Street. El pasado es una señal en el mapa de una ciudad en la que nunca hemos estado…

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De EL DIARIO DE UN LOCO.

... Ben Juslin. Los científicos construyen en el laboratorio situaciones artificiales. Lo que llaman «el caso falso», un hecho producido y estudiado, bajo condiciones controladas. Los «experimentos» sólo tienen la forma externa de una experiencia espontánea, pero ningún azar (porque han sido aislados de toda conexión viva). La lógica pura del acontecimiento construido trasladada directamente a la vida produce resultados terribles. // Pavlov experimentaba con un perro pero pensaba en las masas rusas y trabajaba para Stalin. Era el filósofo de Stalin, su consultor moral: Stalin, por su parte, consideraba al pueblo ruso fiel como un perro y experimentaba con las con las poblaciones rurales. Grandes masas de campesinos eran desalojadas de sus antepasados y enviadas a territorios olvidados. Ejercía así el derecho a crear el nuevo hombre soviético, según el principio científico de que nadie debe estar atado a ninguna propiedad. Los policías llevaban estadísticas exactas de la evolución y de la conciencia moral de los héroes rusos (que morían como moscas). Las pruebas de Pavlov eran versiones microscópicas de las grandes empresas que el estado ruso estaba llevando a cabo en las estepas del Asia central. // Los celos son un ejemplo de experimento artificial sobre los sentimientos y su lógica. Tienen la virtud de exasperar la percepción y permiten ver con gran atención signos mínimos y sentidos múltiples, pequeñas muecas en la serie doméstica. El pañuelo de Desdémona, la prueba que Othello 1884 Posteresgrime Yago, no es una liga abandonada por la mujer. Es un objeto potencial, de lo contrario no haría falta elaborar hipótesis. Una bombacha, un corpiño, una liga, hubieran sido evidencias de la infidelidad de la mujer, pero un pañuelo (blanco en la ceguera de Ótelo) en cambio exige y provoca la duda, es decir, la tragedia. El pañuelo, signo de la inocencia perdida, exige una serie de crímenes para construir la evidencia. // En el laboratorio se trabaja con el tejido blanco del pañuelo de Desdémona, objetos aislados, que cambian de función. // Mientras su hermana trabaja con largas series de hechos fijos en la memoria colectiva (proverbios), él ensaya la dimensión microscópica, funda una ciencia de lo individual. Se toma como campo de prácticas o de maniobras militares y recuerda al investigador africano Ben Juslin, que se aplicó a sí mismo las primeras vacunas contra el cólera y murió de cólera (y así lograron descubrir, analizando su cuerpo, el antídoto). ¿El antídoto de qué (en este caso)?

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Experiencia. Los jóvenes matemáticos, dijo Erika, como los poetas y los ajedrecistas y los músicos, hacen sus grandes obras y sus grandes descubrimientos antes de los veinte años, luego envejecen y son conservados en el museo o se destruyen como una llama que arde un instante y muere. // Empezó a dar nom­bres: Einstein, Gödel, Keats, Capablanca, Mozart, Rimbaud son siempre niños un poco monstruosos y siniestros. Fenómenos de feria. Existe, dijo una galería de freaks en el universo intelectual. Ellos poseen el genio de la forma y captan con un solo golpe de vista grandes estructuras y las fijan en un punto porque carecen de experiencia. Tienen una capacidad inhumana de concentración porque no tienen pasiones. Son geniales porque son inexpertos. A medida que viven pierden el poder de abstracción. Son vírgenes, son célibes, son animales raros, crecen en condiciones excepcionales, aislados del mundo por el muro de vidrio de la muerte emocional, como peces nadan en el acuario, flotan en un lenguaje adstrato, personal, los signos son el único aire que respiran. // Pronto los cultivarán como a animales raros, en el monasterio de los campus universitarios, alejados del contacto con la vida. // El genio depende de la inexperiencia, dijo Erika y luego encendió un cigarrillo y se rectificó, el genio es la inexperiencia.

JovenesGenios

 

Matemático. Gabor abandonó la física teóricaa los veintitrés años o, como suele decir con una sonrisa, fue abandonado por ella, igual que alguien que ha perdido a una mujer. Gabor habla de los teóricos como telépatas que pierden su poder. Jóvenes brillantes que a los veinticinco años son inservibles y sobreviven como zombis hasta su muerte. Existe una agilidad en la juventud que sólo conocen los músicos y los matemáticos: la velocidad y la pureza de las formas se gasta con los años y sólo vive en la extrema juventud. A los veinticinco años somos viejos. Einstein vegetó toda su vida como un semiimbécil folclórico dedicado a representar frente a los mass media la figura del sabio cuando todos, y él antes que nadie, sabían que estaba descerebrado. Kurt Gödel construyó su teorema como un relámpago a los veinte años y después no hizo nada más en toda su vida. En realidad las grandes universidades nos reclutan como si fuéramos un grupo de ex alcohólicos que tiene que adiestrar a las nuevas generaciones; nos ponen en contacto con jóvenes abstraídos y ambiciosos que inmediatamente nos demuestran que son muchísimo más rápidos que nosotros y piensan con la liviandad y la fijeza con la que una araña teje su tela. El maestro es la mosca que abre paso al mundo helado de las fórmulas perfectas. Como un arqueólogo de sí mismo, es el ejemplo vivo de que alguna vez ha sido posible pensar. (Su otro modelo son los grandes boxeadores del pasado medio atontados por los viejos combates que le ensañan sus mañas a los «juniors»

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KublaKhanPorlock. El hombre que llegóde Porlock e interrumpió a Samuel Coleridge mientras escribía el poema Kubla Khan. Hay que asociar el margen estrecho de Fermat, la imposibilidad de seguir diciendo lo que se conoce, con la irrupción del extraño visitante que corta la creación de Coleridge y le impide continuar el poema que estaba escribiendo. //El prefacio más famoso, quizá, en la historia de literatura escrito en 1816 para presentar el gran poema y su composición (A psichological curiosity) introduce a la famosa «person on business from Porlock» que al llegar impide al poeta recordar el poema que había soñado completo la noche anterior) y del que solo sobrevivieron «fourt-five lines»). Para algunos se trata de un desconocido que vive en la zona y viene de un pueblito llamado así; para otros es un tal Somerset Porlock (un elegante hacendado que había estudiado en Oxford y que muere dos años más tarde en un duelo, antes de cumplir los treinta años) el que llega esa mañana del 9 de octubre de 1797 y con su intrusión hace olvidad al poeta la extraordinaria epifanía de la noche anterior. («El poema completo como la más hermosa construcción que se haya imaginado nunca estuvo frente a mí desde la primera hasta la última línea y sólo tuve que sentarme a escribirlo como si alguien me lo dictara o mejor como si yo mismo lo estuviera leyendo en una hoja puesta frente a mis ojos y mi pluma no alcanzara a sostener la velocidad de las imágenes poéticas cuando, de golpe, al llegar a la línea fourty-five oí voces y risas y la puerta del cuarto se abrió… y todo se perdió para siempre.») // Teoría de la interrupción. // La obra maestra perdida por un hecho casual. Nadie ha podido desde entonces leer o interpretar el «unfinished poem» sin sentir lo que había estado antes, lo que falta, lo que se ha borrado; los atormenta, les impide seguir (igual que a Coleridge). Por lo tanto Porlock es el lector trivial, es el Yago de la literatura. // El argentino irrumpió en Saint-Nazaire e impidió que mi (Psychological and logical and unheilimin) experimento concluyera…

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Visión.   Todos los días veo al viejo que sale de la casa y camina despacio por la nieve hasta el borde de la laguna. La luz es clara a esa hora de la mañana. Los patos tardan en llegar y él los espera, se apoya de espaldas contra el sauce que está al borde del agua y mira el bosque helado. Le veo la bruma de la respiración como una niebla en el aire transparente. Me levanto muy temprano y me siento a trabajar en el escritorio que está en el piso de arriba. PatosHielo MarkNelsonDesde la ventana lo veo salir al frío de mañana y caminar hasta el borde del agua siempre a la misma hora.  Hemos conversado varias veces al cruzarnos en el camino de entrada, vive solo, su mujér murió el año pasado, ha enseñado física aquí en Princeton en los años cincuenta y ahora está retirado, no tiene hijos, se llama Karl Unger y es un exiliado alemán. Tiene casi noventa años y en el paisaje desolado del invierno su figura magra parece el último testigo de una catástrofe que ha sucedido en otras épocas. Espera inmóvil aislado en el alba y desde aquí veo su abrigo azul y el vapor de la respiración. Cuando los patos llegan se oye primero un ruido tenue, como si alguien sacudiera una tela mojada en el aire. Casi inmediatamente se empiezan a oír los graznidos y se los ve venir primero en fila india y después formando un V sobre el fondo del bosque.

Son diez o doce. (Eran más de cincuenta pero éstos son los que se han quedado para morir.) Dan dos vueltas sobre la laguna hasta que uno se lanza hacia el agua helada. No saben que está congelada y cuando se zambullen patinan con las alas abiertas y el cuello contra el hielo. Todos los días repiten lo mismo y yo los miro desde la ventana. Vuelven caminando torpemente, resbalan y algunos se quedan quietos con las patas como huesos muertos en la escarcha, aterrados. Viven en el presente puro y sin recuerdos y cada mañana se sorprenden al chocar contra el hielo. Han perdido el sentido de la orientación. Vuelven a buscar el lago abierto donde tendrían que empezar la migración hacia las tierras cálidas y algo anda mal pero no saben qué y mueren por obstinación.

Cada vez que veo al viejo profesor salir al jardín y atravesar la nieve para llegar hasta la laguna y alimentar a los patos que se están muriendo de frío, sé que empieza otro día que será igual al anterior. Frozen-duckLa naturaleza es un laboratorio donde es posible reproducir artificialmente la experiencia. Los patos de la laguna son un ejemplo, me dice Karl. Todas las mañanas repiten una serie de acciones que son el espejo de una realidad perdida. Repiten porque no pueden recordar. Van a morir congelados, todavía resisten porque no han llegado los fríos que vendrán a principios de enero. Mueren en el bosque, entre los árboles secos, se largan a volar y caen congelados sobre la nieve, boqueando como peces. Repetir actos inútiles es un signo de vejez. Cuando se llega a los noventa años uno ya está un poco loco. Todo es una copia de algo que se ha vivido antes. Por eso los jóvenes odian a los viejos: vivimos en lo que para ellos será el porvenir. La vejez tiene la estructura de una profecía. Dice sobre el futuro algo que nadie reconoce claramente.

Todas las mañanas Karl sale al aire helado de la laguna y observa como mueren los patos salvajes. Los observa como quien mira, en un sueño, los recuerdos de su propia vida...

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