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Fragmentos de libros. SHIKASTA de Doris Lessing  Comienzo II:

Acceso/Volver al COMIENZO I de este libro: Biometria MLGG177
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  ... Pero la capacidad de cortar por lo sano tiene poca relación con la tozuda paciencia que se necesita para resistir el desgaste, la lenta e insidiosa pérdida de sustancia a lo largo de siglos y milenios, cuando la luz que se vislumbra al final del camino es débil e incierta.

    El desaliento tiene sus gradaciones y características. Yo diría que no siempre es inútil. No carece de interés consignar los estados de ánimo de un funcionario.

     Soy un modesto miembro de las fuerzas operativas y, como tal, estoy obligado a hacer lo que se me ordena. No quiero decir que no tenga, como todos los demás, el derecho de decir ¡basta! Pero un conjunto de normas invisibles, un código tácito, nos lo impide: un código de Amor, lo llamarla yo. Así lo siento, en todo caso, y como yo muchos otros. Hay en nuestro Servicio Colonial quienes piensan de otra manera, todos lo sabemos. Al anotar aquí algunas reflexiones que quizá parezcan innecesarias, me propongo entre otras cosas justificar el sentimiento que al fin y al cabo prevalece aún en Canopus: que Shikasta merece sin lugar a dudas el tiempo y los esfuerzos que le dedicarnos.

    CanopusEn estas notas procuraré ser claro. Otros vendrán después que yo y estudiarán este testimonio corno yo he estudiado tantas veces los testimonios de quienes me precedieron. Uno no siempre sabe, cuando describe en un informe un acontecimiento o un estado de ánimo, la impresión que causará a otra persona al cabo de diez mil años.

      Las cosas cambian. Es lo único de que podemos estar seguros.

      De todas mis embajadas, aquella primera en Shikasta fue la peor. Puedo decir con sinceridad que casi no he vuelto a recordarla. No he querido. Instalarse en una desgracia irreparable… no, no conduce a nada.

    Éste es -ha sido siempre- un universo catastrófico: un universo sujeto a bruscas metamorfosis, conmociones y cataclismos, sin otra alegría que la cantinela de la materia, constantemente obligada a adoptar formas nuevas, apariencias distintas. Pero sobre Shikasta... no, nunca quise pensar en ella más de lo imprescindible. Nunca me preocupé por conocer a los otros emisarios del Servicio Colonial (y hubo miles y miles, sin embargo, enviados a Shikasta una y otra vez, porque nadie puede decir que Canopus ha desdeñado a ese desventurado planeta, nadie puede suponer que hayamos querido eludir responsabilidades), que partían y regresaban, y que como todos redactaban sus informes. Shikasta siempre ha estado y está presente en nuestro calendario de trabajo, el calendario cósmico. No es un sitio que uno pueda olvidar del todo, pues con frecuencia aparece en las noticias. Pero yo, personalmente, no «me mantuve en contacto», «informado». Tan pronto como presenté mi propio informe, no quise saber más. Y cuando me TDestruccionCiudadesenviaron por segunda vez, en el Tiempo de la Destrucción de las Ciudades, para que informase sobre los resultados de una atrofia tan lenta y prolongada, me cuidé de que mis reflexiones no rebasaran los límites de mi cometido.

     Y ahora, al volver otra vez al cabo del tiempo -¿habrán transcurrido en verdad tantos milenios?-, me he propuesto revivir mis recuerdos, recrearlos e incluirlos en mi testimonio cuando parezca conveniente.

 _ 

     NOTAS sobre el PLANETA SHIKASTA
     para GUÍA de los FUNCIONARIOS COLONIALES

    De todos los planetas que hemos colonizado por completo o en parte, éste es el más rico. Es decir, el de mayor potencial en cuanto a variedad, diversidad y abundancia de formas de vida. Y siempre ha sido así, a lo largo de las múltiples transformaciones que ese planeta -la expresión es exacta, por desgracia- ha sufrido. Shikasta tiende en todo a los extremos. Ha conocido, por ejemplo, períodos de desmesura: formas de vida gigantescas y de una diversidad casi inverosímil. También ha conocido períodos de infinita pequeñez. En ocasiones, PrimalCarnageestas fases han coexistido. Más de una vez la población de Shikasta ha incluido criaturas tan voluminosas que una sola era capaz de consumir el alimento y el espacio vital de centenares de seres coetáneos. Este ejemplo pertenece al plano de lo visible (hasta de lo dramático, se podría decir), ya que la economía del planeta es tal que allí cada especie vive a expensas de otra, y ésta a su vez a expensas de una tercera, y así sucesivamente hasta el nivel más ínfimo, el subatómico. De esta forma de rapiña eslabonada, no siempre tienen conciencia las criaturas mismas, pues obsesionadas como están por lo que consumen, tienden a olvidar lo que a su vez las consume. 

     Una y otra vez, una convulsión súbita o un debilitamiento del precario equilibrio característico del planeta han desencadenado un cataclismo y Shikasta ha quedado, virtualmente, sin vestigios de vida. Una y otra vez ha vuelto a transformarse en un hervidero de organismos vivos de las más variadas especies, cuya proliferación ha enfermado al planeta.

      PaisajePerspectivaShikasta es, sobre todo, un planeta de contrastes y contradicciones, a causa de sus compulsiones endémicas. El estado de tensión es el rasgo esencial de Shikasta, su fuerza y su debilidad.

     Los enviados han de recordar en todo momento que no encontrarán en Shikasta las mismas cosas a que se han acostumbrado en otras partes de nuestros dominios, y con las que, en consecuencia, pretenden contar: largos períodos de estasis, eras de equilibrio armonioso y casi inmutable.

   Los enviados han de someterse a una preparación completa. Los ajustes mentales que sean necesarios dependerán de ellos mismos de acuerdo con el material que encontrarán en la Sección Quinta del Edificio de Demostraciones Planetarias.

     Planeta TierraPor ejemplo. Quizá quieran detenerse frente a la Maqueta de Shikasta, escala 3, que reproduce las proporciones actuales. El diámetro de esa esfera, que podréis ver como la ven ellos en mapas y dispositivos cartográficos, es el de la talla media de la especie predominante. Observaréis que la mayor parte de la esfera está cubierta por un magma líquido. De esa película líquida depende la profusa vida de Shikasta. (El planeta no sabe nada de esa espuma de vida que hay en su superficie; tiene, como sabemos, una idea distinta de sí mismo. Pero de esto no nos ocuparemos ahora.) La finalidad del ejercicio es la siguiente: comprender que la proliferación de posibilidades orgánicas, esa exuberante cosecha en potencia que es Shikasta, depende, desde cierto punto de vista, de una porción de líquido tan exigua que cualquier estrella vagabunda podría bebérsela en un instante, y un cometa que pasara por las inmediaciones la desprendería lo mismo que se desprende la costra de barro de la pelota de un niño durante un juego.
      ¡Al fin y al cabo, un hecho que no carece de precedentes!

     Por ejemplo. Tendréis que adaptaros a los distintos niveles de existencias que se extienden en capas concéntricas alrededor del planeta, seis en total. Ninguna os exigirá un esfuerzo excesivo, pues las atravesaréis muy de prisa. Ninguna excepto la última Capa, o Círculo, o Zona, la Zona Seis, que estudiaréis en detalle, pues pasaréis allí mucho CapasTierratiempo cumpliendo las tareas previstas, las que sólo pueden llevarse a cabo en esa Zona, la Zona Seis. Es una zona hostil, llena de peligros, aunque fáciles de superar, como lo prueba el que nunca hayamos perdido a ninguno de los centenares de emisarios que hemos enviado, ni siquiera los más bisoños e inexpertos. La Zona Seis puede intimidar al desprevenido con toda suerte de trabas, dilaciones y fatigas. Lo cual se debe al carácter mismo del lugar, que consiste en una emoción intensa; ellos le dicen nostalgia,,, que significa el anhelo de lo que nunca ha existido, o al menos no con el aspecto y la forma que se imagina. Es un mundo de quimeras y fantasmas, el reino de lo inconcluso y lo frustrado; pero si uno está prevenido y se mantiene alerta, no habrá ningún problema insalvable.

     Por ejemplo. Se aconseja irse familiarizando poco a poco con las distintas perspectivas en que se pueden observar las criaturas de Shikasta. Todas las dimensiones posibles en Shikasta se encuentran en las salas 1-100 de la Sección 31, desde el electrón hasta el Animal Dominante. La fascinación que ejercen esas perspectivas múltiples son un verdadero peligro. A escala del electrón, Shikasta aparece como un espacio vacío donde vibran casi imperceptiblemente unas formas neblinosas, frotis mínimos de materia, impulsos infinitesimales separados entre sí por vastos espacios. (El edificio más monumental de Shikasta se desmoronaría si se suprimieran los espacios entre los distintos electrones, y quedaría reducido a una sustancia minúscula, como la uña de un shikastiano.) La gama de sonidos shikastiana es una experiencia a la que también es necesario acostumbrarse. En cuanto al color de Shikasta, es de una virulencia para la que hay que estar preparado.

    En suma, en ninguno de los planetas conocidos hay niveles de vibración tan informes y violentos como los de Shikasta y una exposición demasiado prolongada a esas vibraciones puede perturbar y corromper el juicio.

 _ 

    JOHOR informa:

     JohorDSC03806Cuando me encomendaron esta misión, mi tercera, no se esperaba que pasase mucho tiempo en la Zona Seis, sino que la atravesara deteniéndome sólo el tiempo necesario para cumplir un par de tareas. Pero se ignoraba todavía que Taufiq había sido capturado y que alguien -yo en concreto- tendría que sustituirlo. Y con urgencia, es decir sin tiempo para encarnarme y alcanzar la edad adulta antes de enfrentar los problemas que desencadenó la desventura de Taufiq. Nuestro personal en Shikasta trabaja día y noche y no hay nadie capaz de reemplazar a Taufiq. A veces no se entiende que los funcionarios no somos simples piezas de repuesto. Nuestras experiencias, unas elegidas, otras involuntarias no nos hacen madurar del mismo modo. Quizá todos hemos comenzado por un planeta, y algunos incluso por Shikasta, y es posible también que al principio no hubiera entre nosotros más diferencias que entre los cachorros de una misma camada, pero luego de unos cuantos siglos -por no decir milenios- nos moldeamos, reordenamos y cristalizamos en formas tan distintas como los copos de nieve. La decisión de que uno de nosotros «baje)) a Shikasta, o a cualquier otro planeta, se estudia siempre previamente: Johor es ideal para tal o cual tarea, Nasar para esta otra, y Taufiq para una concreta y difícil misión a largo plazo que, en apariencia., él y sólo él podría cumplir. (Confieso entre paréntesis, y sin falsa modestia, que no estoy muy seguro de mí mismo. Taufiq y yo hemos sido considerados más de una vez muy semejantes, no idénticos, eso nunca; pero a menudo hemos aparecido los dos a la cabeza de una corta lista, somos amigos desde ... ¡Cuántas veces, y en cuántos planetas habremos trabajado juntos! Y si tanto nos parecemos, si somos hermanos, Fotg Stalkercompañeros en la vida y aun en la muerte, amigos tan entrañables que nada se ocultan, y nada hay en uno que disguste al otro; si nos parecemos tanto y él está ahora perdido para nuestra causa, no definitivamente, desde luego, pero de todos modos perdido y alistado en las filas enemigas, ¿qué no he de esperar de mí mismo? Mientras me preparo para este viaje, uno de cuyos objetivos primordiales es hacerme cargo de los trabajos inconclusos de Taufiq, consumo muchas unidades de energía tratando de fortalecer mi resolución. No, no (me digo), jamás seguiré los pasos de Taufiq, mi hermano. O bien: yo sabré resistirme a lo que hay que resistirse... Por eso reaccioné de mala manera cuando supe que pasaría mucho tiempo en la Zona Seis. Sé demasiado bien, desde la última vez que estuve, que ese sitio debilita, carcome, nos asalta con ensueños y molicie, con apetitos que esperábamos -¡uno no deja de esperar!- haber dejado atrás para siempre. Pero vernos así, expuestos una y otra vez a los azares, peligrós y tentaciones, ésa es nuestra suerte, nuestro deber. No hay más remedio. Pero no quiero volver a ver la Zona Seis. Ya estuve allí dos veces, la primera como subalterno, con las Fuerzas de la Primera Época, más tarde como Emisario, en la Penúltima Época. Habrá cambiado sin duda, como ha cambiado Shikasta.

HombreFanal   Atravesé las cinco primeras Zonas con todos mis receptores en mínimo. Las había visitado otras veces; son parajes fértiles y por lo general plácidos, pues quienes los habitan han conseguido abrirse paso y escapar a la absorbente atracción de Shikasta, y ahora están a salvo de los miasmas de la Zona Seis. Pero no son esas otras zonas lo que me interesa ahora; al atravesarlas sólo advertí unos cambios súbitos en las sensaciones y las formas, cambios de temperatura y también gran regocijo. Pronto supe, sin que nada me lo anunciara, sólo por lo que sentía, que estaba en los alrededores de la Zona Seis, y hubiera podido decir: ¡Ah, Shikasta, ya estás aquí otra vez!, al tiempo que sofocaba un suspiro y reunía fuerzas.

     Un crepúsculo de dolor, una bruma de deseos insatisfechos, el remolino de todas las emociones: yo avanzaba con esfuerzo, paso a paso, como si unas manos invisibles me sujetaran los tobillos, como agobiado bajo el peso de unos seres invisibles. Salí al fm de las brumas, y allí donde la vez anterior viera huertos, ríos, ganado pastoreando, sólo había ahora una planicie inmensa y yerma. Dos grandes piedras negras y planas marcaban la Puerta del Este, y allí se congregaba una multitud de pobres almas, desterradas todas de Shikasta, y que se extendía hasta más allá de las sabanas polvorientas de la Zona Seis. Adivinando mi presencia, pues aún no podían verme, se acercaron en tropel, buscándome a ciegas, volviendo la cabeza a uno y otro lado, y como yo aún no deseaba mostrarme, entonaron una doliente melopea, una especie de himno, que yo recordaba haber oído en la Zona Seis miles de años atrás. Sálvame, oh Dios,

Sálvame, oh Dios,
sálvame, Señor.
Yo te amo,
tú me amas.

Ojo de Dios,
que me ves,
paga mi rescate
y libérame ...

    MisOjosEscrutabanMis ojos escrutaban aquellos rostros. Cuántos de ellos me eran familiares, siempre los mismos a pesar de los estragos de la desesperación, a cuántos no habría conocido ya en la Primera Época, todos animales espléndidos, sanos y fuertes, confiados y capaces. Entre ellos vi a mi viejo amigo Ben, descendiente de David y de Sais, hija de David, y tanto notó mi presencia que se acercó y se quedó de pie junto a mí, con el rostro bañado en lágrimas y las manos extendidas como esperando las mías. Me manifesté en la forma en que él me había visto la última vez y puse mis manos en las suyas; y él se echó en mis brazos, llorando. -¡Por fin! ¡Por fin! -decía, entre sollozos-. ¿Has venido a buscarme? ¿Podré ir esta vez? -Y todos los demás se apiñaron a nuestro alrededor, apretándose y atropellándose y casi me perdí en el abismo de tantos deseos. Me sentí vacilar y sentí que me arrebataban mi ser más íntimo; retrocedí un paso, obligándolos a que me soltasen, y hasta Ben apartó las manos, aunque permaneció a mi lado, gimiendo: -Ha pasado tanto, tanto tiempo...

...

 También, de Shikasta:

Fragmentos: EstatuaPenumbra177

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